"La crisis económica ha incrementado de forma muy notoria los problemas psicológicos y de salud mental, sobre todo ansiedad, depresión y problemas de sueño, lo que se viene denominando trastorno mental común. Los psicofármacos más recetados para este tipo de patologías son ansiolíticos y antidepresivos". Juan García Haro, presidente de la Sociedad de Psicología Clínica Asturiana (Sopca), hizo este diagnóstico social durante las II Jornadas de psicología clínica y atención primaria, que se celebraron en el auditorio.

El encuentro pretende establecer vías de colaboración entre los profesionales de la psicología clínica y los servicios sanitarios de atención primaria, "con la idea de poder mejorar la atención psicológica que reciben las personas que acuden a su médico de cabecera por problemas de salud mental, contando con el apoyo de la psicología clínica", detalló García Haro.

El colectivo que preside, Sopca, considera que para este tipo de problemas el tratamiento idóneo es el psicológico o en combinación con psicofármacos. "Lo que se viene haciendo habitualmente es un tratamiento farmacológico como única opción. Estos tratamientos se queda corto debería de ser complementado con atención psicológica".

Pero la solución no es tan sencilla, ya que en atención primaria no hay psicólogos clínicos. "La atención psicológica la realizan los médicos de familia, pero muchos de ellos no tienen la formación o la motivación suficiente para realizar intervenciones psicológicas, salvo excepciones que siempre hay, y lo que suelen hacer es un tratamiento farmacológico o derivan al paciente a Salud Mental, donde lo que reciben es más de lo mismo".

Por eso en la reunión de ayer los psicólogos reclamaron que se potencie la atención psicológica en Primaria, para que los pacientes no se vean obligados a buscar ayuda en consultas privadas. "Cada vez son más las personas afectadas por problemas laborales y económicos, por lo que ahora, más que nunca, es necesaria la psicología clínica en Primaria", sostienen estos profesionales.

Para García Haro, la presencia de psicólogos en los centros de salud no sólo mejoraría la asistencia sanitaria, supondría un ahorro en gasto farmacéutico y en bajas laborales de larga duración. "Hay estudios que ponen de manifiesto que los tratamientos psicológicos comparados con los psicofarmacológicos, no solo son igual de efectivos sino que a largo plazo resultan mejor económicamente para la Administración y para el bienestar del paciente", afirmó.