La Hermandad de Jesús Cautivo no pudo tener mejor noche para su regreso a las calles de Oviedo. Tras dos años sin procesionar por culpa de la lluvia y sin representar el rito del indulto a las puertas del palacio de Camposagrado, los cofrades atravesaron la ciudad bajo un cielo despejado, y entre los flases de los viandantes y los turistas que disfrutaban del tiempo primaveral en las terrazas del Antiguo.

La procesión del Cautivo salió de la iglesia parroquial de San Juan el Real a las ocho y cuarto de la tarde, para llegar a la plaza de Porlier una hora después, tras pasar por Uría, la Escandalera, la calle Argüelles y Mendizábal. En las escaleras de la sede del Tribunal Superior de Justicia de Asturias el capellán de la cofradía, José Franco Baizán; el párroco de San Juan, Javier Suárez, y el secretario del Arzobispo, Manuel Alonso, leyeron el relato evangélico del juicio de Jesucristo. Frente a ellos, en la plaza, escuchaban los hermanos mayores de las cofradías y hermandades de la Semana Santa ovetense y una amplia representación municipal, formada por el alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, con los concejales Jaime Reinares, José Ramón Pando y Benjamín Rodríguez Cabañas.

El escenario para el indulto estaba enmarcado por los pasos del Cautivo y de la Virgen de la Merced, flanqueando la fachada del palacio. La cofradía cuenta, además, con un paso infantil, con una recreación de la Última Cena a escala tirada sólo por niños.

El preso indultado este año, J. L. A. G., es un vecino del concejo de Mieres de 49 años, casado y con un hijo menor de edad, que había sido condenado a seis años de cárcel por un delito contra la salud pública cometido en 2007. "Abrid la puerta a Cristo", ordenó un cofrade del Cautivo golpeando la aldaba del Tribunal y, una vez leído el perdón concedido por el Consejo de Ministros, el preso, ya libre, recibió el abrazo del hermano mayor y de las autoridades congregadas en el acto y se reincorporó a la procesión, de vuelta a San Juan.