El catedrático de Musicología Emilio Casares se deshizo ayer en elogios hacia la zarzuela -realmente una ópera- "Curro Vargas", de Chapí, y afirmó que "es fruto de nuestra raza". Enlazó la obra con lo mejor del arte español que puede representar Goya u otro creador de talla universal. "Curro Vargas" se pondrá hoy en escena en el Campoamor como cuarto y último título del XXI Festival de Teatro Lírico Español.

Asimismo hoy, a la una, Casares será homenajeado en la Facultad de Filosofía y Letras por el departamento de Musicología, que él creó en los años ochenta.

Emilio Casares hizo esa declaración tan apasionada sobre "Curro Vargas" en el transcurso de una verdadera lección magistral que ofreció dentro del coloquio que ayer mantuvo en el Aula Magna de la Universidad de Oviedo con la profesora de Musicología María Encina Cortizo y con Pablo Viar, ayudante de dirección de la producción que hoy se verá. El coloquio estaba organizado por la Universidad y el Ayuntamiento carbayón bajo el epígrafe "Diálogos de zarzuela".

El padre de la musicología universitaria española realizó un interesantísimo análisis de "Curro Vargas", que presentó como obra bifronte, un drama romántico gigantesco, en la línea de los últimos Wagner o Verdi, y al tiempo una obra con personajes propios del género chico. Una dualidad que no impide la existencia de una clara línea conductora. Una ópera con nueve números del nacionalismo andalucista y plagada de elementos wagnerianos. Casares indicó que recientemente un destacado crítico alemán, cuando asistió a una representación, dijo que en 1898, cuando se había estrenado, no existía nada tan avanzado en Europa.

Abrió el coloquio Pablo Viar, que explicó muy detalladamente la escena de Graham Vick. Destacó las dimensiones de la propuesta, con orquesta, coro, banda, escolanía, veinticinco actores y trece solistas. Por primera vez, después de pasar por Madrid y Valladolid, se podrá ver en versión original, con una duración cercana a las cuatro horas.

Por su parte, María Encina Cortizo habló del sentido trágico de la vida, unamuniano, que preside la obra y destacó los versos de corte calderoniano del poeta Manuel Paso, uno de los libretistas.