El ovetense Raúl Premió y el estadounidense Julius Levy tenían que conocerse en un aeropuerto. El asturiano es auxiliar de vuelo y su marido, sargento de las Fuerzas Aéreas en su país, por lo que no resulta extraño que sus vidas se cruzasen por primera vez un 28 de junio de hace dos años en el aeródromo londinense de Heathrow. Ayer eligieron la misma fecha para casarse en el Ayuntamiento de Oviedo, un día que, además de ser "muy especial" para la pareja, coincide con la celebración del Día del Orgullo Gay. "Teníamos mucha ilusión por casarnos el mismo día de nuestro aniversario, pero además también hemos tenido en cuenta que la fecha tiene mucho significado", explicaba Raúl Premió poco antes de comenzar la ceremonia.

Los novios llegaron a la plaza del Ayuntamiento juntos y de la mano. A ninguno de ellos le tocó esperar por su pareja comiéndose las uñas, como suele ocurrir en las bodas entre dos personas de distinto sexo. Raúl vestía un elegante traje gris con zapatos negros y una corbata azul sobre camisa blanca. Julius, que es natural de Hawai, apareció en escena con el traje de gala de las Fuerzas Aéreas estadounidenses hasta arriba de galones. "Están guapísimos los dos. No se puede lucir mejor el orgullo gay", señalaba Ascensión Pascual, una amiga del asturiano, a las puertas del salón municipal en el que se celebró la boda.

El encargado de oficiar la ceremonia fue el concejal socialista Feliz Fernández, que les dedicó a los novios un discurso en el que la palabra más repetida fue amor y no faltaron referencias a poemas románticos de autores como Mario Benedetti. El momento más emotivo tras el "sí, consiento" fue cuando los novios se entregaron los anillos y el salón de ceremonias estalló en aplausos. "¡Vivan los novios! ¡Vivan los dos!", gritaba Isabel Caminero, otra de las asistentes al enlace, desde la butaca que le había sido asignada para asistir al acto. Después llegó el besazo para sellar por completo el matrimonio.

Los militares también lloran y a Julius Levy se le escapó alguna lágrima cuando los abuelos de su marido lo felicitaron tras el enlace. Raúl Premió, sin embargo, lo echaba a chorros al ver la escena. "Estamos muy orgullosos de nuestro nieto y hoy lo vamos a celebrar como se merece. Nos vamos de fiesta hasta la hora que sea", explicaba una emocionada Audelina Rodríguez junto a su esposo, Melchor Pérez, que también estaba ayer "encantado con verlos felices". La madre de Raúl, Ángeles Pérez, hizo de madrina de Julius, y al padre del militar estadounidense, Harold Levy, le tocó ser el padrino del marido de su hijo. "Tengo cinco hijos y sólo falta uno por casarse. A mí lo único que me importa es que ellos se quieran y estén contentos, o sea, que estoy encantada de que vayan a formar una familia juntos", explicaba Ángeles Pérez al término de la ceremonia.

Pero aún faltaba otro momento estelar. Al finalizar la boda -y tras el tradicional baño de arroz a cargo de los amigos y los familiares- una pareja formada por una gaita y un tambor hizo sonar el himno estadounidense, un momento en el que el militar se cuadró para honrar a uno de los símbolos de su país. Después, todos los asistentes se fueron a celebrarlo a un conocido hotel de la capital asturiana. "Son una pareja estupenda y seguro que van a propiciar una buena fiesta", confiaba Lorena Ramos, que conoce a Raúl Premió "desde hace muchos años". Hasta ahora el ovetense había vivido a caballo entre Londres -donde la empresa para la que trabaja tiene su sede- y San Antonio (Texas), donde su marido está destinado en una base militar. Ahora puede que las cosas cambien. "Todavía no sé qué vamos a hacer, pero lo que está claro es que ya no vamos a separarnos nunca más", afirma Raúl.