El punto de encuentro de la convención de "Los Clásicos" fue el mismo lugar de Oviedo en el que se habían despedido veinticinco años antes, tras obtener la licenciatura en Filología Clásica. Desde 1989 no habían vuelto a coincidir.

La plaza de Feijoo, sede de la antigua Facultad de Filología, fue escenario anteayer de un abrazo colectivo que llamó la atención al resto de viandantes, que desconocían la efemérides que celebraban estos antiguos alumnos -con claro predominio femenino- de la séptima promoción de Filología Clásica, que cursó sus estudios entre 1984 y 1989 en la Universidad de Oviedo.

Tras las oportunas presentaciones, reconocimientos e identificaciones, todos los asistentes compartieron mesa y mantel con buena sidra en una jornada de animada charla que se prolongó varias horas y en la que se evocaron recuerdos que muchos de ellos ya tenían borrados.

Estos asturianos expertos en latín y griego fueron la primera diáspora que hubo que buscar trabajo fuera de nuestra región. Rosi García reside desde hace veintidós años en Torremolinos, José Virgilio García trabaja desde 1999 en la Universidad de Santiago como profesor titular de Lingüística Indoeuropea y Javier Uría está desde 1998 como profesor titular en la Universidad de Zaragoza, en el distrito universitario de Teruel.

Tan sólo Lucía Guillén tiene el privilegio de trabajar en la Universidad de Oviedo como profesora titular en el departamento de Filología Clásica, que este año graduó a 7 alumnos frente a los 35 que se licenciaron en 1989. Susana Requena, "La Patiño", según sus alumnos porque "no es que se enfade sino que riñe muy bien", lleva varios años como profesora de instituto en Almería y este próximo curso se trasladará a Cádiz. Cecilia García ejerce como profesora de Latín en Burgos, tras pasar varios años en Cantabria, y José Antonio Merino sigue en Madrid.

La mayoría de estos amantes de las clásicas se dedica a la docencia pública tanto en universidades como en institutos, pero también hay profesores en centros privados como Mónica Álvarez -auténtica alma máter de este encuentro- e incluso, en algún caso, empresarias de la enseñanza como Romarey Suárez, que creó hace 23 años una academia de idiomas en Oviedo. Otras licenciadas centraron su vida en la familia más que en la docencia y en el grupo no falta hasta un director de una entidad aseguradora. Como se puede observar, las Humanidades, antes apreciadas y ahora ninguneadas, dan para mucho aunque no estén de moda.

Para finalizar este primer encuentro, Javier Uría leyó un emotivo discurso en el que rememoró varias anécdotas vividas por los alumnos de esta promoción que hicieron aflorar algunas lágrimas en los rostros de los asistentes. El reducido tamaño del grupo propició la intensidad de las relaciones de esta promoción de 35 alumnos que tenía el respeto en la Facultad de otras especialidades de filología aunque, en ocasiones, eran tachados de "gente rara" por estudiar latín y griego.

Como anécdota sobresaliente, se recordó cuando Manolín "el gitano", personaje muy conocido y habitual del Oviedo Antiguo, entró en la abarrotada clase de lingüística de segundo curso que estaba impartiendo el insigne catedrático Emilio Alarcos, se subió a la tarima y se dirigió a todos los alumnos para decirles "hacer caso al maestro". Cerró la puerta y se marchó. La carcajada fue sonada.

Esta convención ha sido un bello viaje a Ítaca para estos clásicos amantes de las traducciones de Catulo, Safo, Cicerón, Tácito, Plutarco, Esquilo o Platón. Emotiva mención especial para Javier Donaire, único alumno de la promoción ya fallecido, y para profesores como Martín Sevilla, de Indoeuropeo, o Cristóbal Rodríguez, de Griego, también fallecidos. Estos alumnos de la séptima promoción de Clásicas tienen claro que no van a esperar otros veinticinco años para volver a reunirse.