La multinacional General Dynamics ha confirmado que una parte de la fabricación de 589 vehículos blindados "SV" para el Ministerio de Defensa de Gran Bretaña se hará en la Fábrica de Armas de Trubia, pese a que la fecha del trabajo aún está en el aire. Así lo aseguró ayer el consejero de Economía, Graciano Torre. "No me cabe la menor duda de que la multinacional, con la que hablo desde hace meses sobre este contrato, cumplirá con su palabra próximamente", dijo.

Los trabajadores valoran positivamente la noticia de que un contrato valorado en 4.400 millones de euros vaya a parar a Trubia -que posiblemente compartirá la fabricación con la factoría de Sevilla-, aunque prefieren mantener la cautela hasta empezar a producir los carros blindados, conscientes de que de la firma de este proyecto depende el futuro de buena parte de la plantilla de Trubia.

Según el consejero delegado de Santa Bárbara Sistemas (el grupo europeo de General Dynamics), el ovetense Antonio Bueno, la multinacional está trabajando en la concreción de la carga de trabajo de las plantas de Trubia y Sevilla en este ambicioso proyecto del gobierno de David Cameron.

Los prototipos de los carros blindados SV se hicieron en Asturias y posteriormente fueron completados, con sistemas electrónicos y motores, en las factorías de General Dynamics en el Reino Unido. Una delegación del Gobierno británico visitó las instalaciones sevillanas hace tres meses para asistir a una demostración con un vehículo de similares características al "SV".

El vehículo "SV" se diseñó a partir del modelo "ASCOD", una versión de exportación de los blindados Pizarro, en servicio en el Ejército español, y el "Ulan", que fue diseñado en los años noventa por ingenieros españoles y austriacos.

Las condiciones del contrato inicial establecen que debe hacerse una primera entrega de los vehículos de combate en 2017 y la última en 2024.

La Fábrica de Armas de Trubia atraviesa el peor momento de su historia tras la salida de más de 200 trabajadores por despidos, prejubilaciones, bajas voluntarias y la puesta en marcha de un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), por lo que la concesión del encargo británico es una bocanada de aire fresco.