Los tres habitantes de la residencia sacerdotal del número 10 de la calle Magdalena -encima de la capilla del mismo nombre- se despertaron sobresaltados ayer de madrugada al oír un fuerte golpe. La imagen de piedra del siglo XVII expuesta en la hornacina exterior del edificio se acababa de romper en tres pedazos por el vandalismo de unos jóvenes que decidieron tirarla al suelo tras encaramarse unos encima de otros para alcanzarla. La Policía Local llamó a la puerta de la capilla unas horas más tarde con los fragmentos en la mano.

José Luis Alonso Tuñón, vecinos del edificio y párroco de la iglesia de San Isidoro, -de la que depende la capilla de la Magdalena-, lamenta profundamente el destrozo y cree que podría haberse evitado protegiendo la hornacina con una reja. De hecho, solicitó varias veces al servicio de Patrimonio del Principado y al Ayuntamiento la protección del espacio, pero los problemas burocráticos y la estricta regulación sobre las fachadas e inmuebles protegidos de Oviedo impidió hacer cualquier cambio.

"Siempre pensé que podía pasar esto porque la imagen está muy expuesta, ahora solo nos queda intentar restaurarla con el visto bueno de Patrimonio", comenta el sacerdote, que guarda los pedazos en el interior de la capilla.

Según Alonso Tuñón, la escultura no representa a María Magdalena sino "a la Vírgen o al Salvador". Una talla de madera policromada de la Santa está dentro de la capilla que recibe su nombre, mientras que la identidad de la imagen exterior -con el rostro dañado por el paso del tiempo- es una incógnita. "Está claro que no es María Magdalena porque tiene los hombros cubiertos con un manto, al contrario que la mayor parte de las imágenes de esta Santa", explica el párroco de San Isidoro, para quien la rotura de la talla "es el destrozo de un testigo de piedra de la historia de cuatro siglos de la ciudad".

Los jóvenes que tiraron la escultura aparecen en las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de la calle Magdalena, analizadas ahora por la Policía Local. Otro de los habitantes del edificio, el sacerdote de Sariego, José Manuel Fueyo, supo por los agentes que los vándalos "escalaron primero hasta lo alto de la señal de prohibido de la vía".