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De los apestados a los vándalos

La imagen de la capilla de la Magdalena, destrozada en la madrugada del martes, podrá ser restaurada, pero no existe un modelo para la cara, ya muy deteriorada antes del ataque

Javier F. Conde. FERNANDO GEIJO

La imagen de la capilla de la Magdalena, destrozada por unos vándalos en la madrugada del pasado martes, ha despertado el interés por una pieza olvidada -aunque estaba a la vista de todo el mundo-, las especulaciones sobre sus referencias y las valoraciones positivas en cuanto a la posibilidad de restaurarla, ya que se ha recuperado el conjunto. El edifico fue hospital de apestados y ahora pasto de vándalos.

Javier Fernández Conde, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo y sacerdote, considera que "por los pliegues de la pieza creo que es del siglo XVII. Pero es sólo una hipótesis. La cabeza ya estaba muy deteriorada. En todo caso creo que se puede restaurar porque se ha recuperado todo".

La historia y la controversia viene de antiguo. Ya en el año 1960, el entonces cronista oficial de Asturias, Joaquín Manzanares, en su "Itinerario monumental de Oviedo" anota que "antes de la Puerta Nueva había desde el siglo XVI una ermita de la Magdalena con su cofradía, alberguería y hospital cuyo recuerdo perdura hoy en la semiderruida capilla que ocupa el número 10 y cuya sencilla fachada de cantería, con una pequeña hornacina que resguarda una estatuilla de Santa María Magdalena, no parece anterior al siglo XVIII, aunque, en todo caso, sería muy de desear que el Excelentísimo Ayuntamiento se interesase en su restauración y, aun más, que la convirtiese en su oratorio particular". Manzanares ya adivinaba el desastre de la pasada semana.

Por su parte, la profesora de la Universidad de Oviedo Yayoi Kawamura en el año 2009 publicaba en la revista "Liño" un documento que había encontrado en el Archivo Histórico de Asturias que data en el año 1610 la construcción del hospital y aborda la naturaleza de la imagen. En el estudio, titulado "El hospital de la Magdalena y la contribución del arquitecto Gonzalo de Güemes Bracamonte", indica que "entre las dos puertas, a la altura de 240 centímetros, se halla un nicho en forma de arco de medio punto que mide 88 centímetros de altura y 52 centímetros de anchura. Está destinado a cobijar una imagen de la santa titular y sirve de eje central para las dos puertas". Y transcribe el documento de 1610, probablemente del 14 de octubre, en el que se menciona "un nicho para la ymajen y sus inpostas i la pared que debiese la casa", apuntando a la hornacina ahora vacía.

Carmen Ruiz-Tilve, cronista oficial de Oviedo y columnista de LA NUEVA ESPAÑA, indicaba ayer mismo que el hospital fue refugio de apestados a finales del XVI. Asimismo, denuncia "la desidia de esta tierra. Nada se valora. Para divertirse unos chavales tiran al suelo y rompen una pieza del siglo XVII". El doctor Melquíades Cabal, en su publicación "Hospitales antiguos de Oviedo", aparecida en 1985, señala que "el hospital de la Magdalena, que estaba situado en la parte posterior de la capilla, sufrió daño cuando el incendio de la ciudad en 1521 y según se deduce de algunos escritos se construyó fuera de las murallas un edificio destinado a igual finalidad. La misión normal del hospital de Santa María Magdalena se reducía a admitir a mujeres pobres que, por su ancianidad y dolencias, no podían trabajar. La admisión incumbía a la hermandad, corriendo a cuenta de sus fondos proporcionarles jergón, manta y almuerzo, con la obligación de cuidar la capilla de la santa que se hallaba en el mismo hospital, rezando en ella todos los días el rosario. El domingo siguiente al 22 de julio se distribuía entre los cofrades en el Campo San Francisco un almuerzo igual que repartía la cofradía de Alfayates", de la Balesquida. Apunta a la existencia de un doble edificio, siempre extramuros. El analizado por la profesora Kawamura se refiere al segundo, del que ahora se conserva el muro exterior, la hornacina y la imagen ahora destrozada.

Ramón Rodríguez, director del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), cree por su parte que la vandálica agresión del pasado martes es "una terrible secuela del sistema educativo del país. Además, el patrimonio está mal custodiado o cuidado y eso también influye negativamente. La imagen destrozada tiene un valor más histórico que artístico. Estaba ya muy deteriorada. Es posible que sea de San Salvador, estando a la entrada del Camino de Santiago a la ciudad. No parece de la Magdalena por las ropas".

José Manuel Fernández en su estudio "Peste y supervivencia en Oviedo (1598-1599)" destaca que "el nacimiento de un verdadero hospital de apestados, en el que éstos permanecieran apartados del resto de los vecinos de Oviedo, no se produjo hasta el 30 de octubre de 1598, momento en el que el Ayuntamiento , el gobernador don Diego de Lugo y Solís, el cabildo, el obispo y los prelados de los monasterios consideraron que el hospital de Santa María Magdalena era el refugio más conveniente para los afectados por la enfermedad".

Y es que antes del edificio de 1610 ya había otra dependencia sanitaria, como dejó escrito el doctor Tolivar Faes en su estudio sobre las calles de Oviedo. En 1458 existía el hospital de la Magdalena y "durante la peste de 1598 los enfermos existentes en él se trasladaron al hospital de San Lázaro, más distante".

¿Y ahora? José Luis Alonso Tuñón, párroco de San Isidoro, de quien dependen la capilla y la imagen, cree que se puede restaurar, porque está rota en grandes trozos. El problema, afirma, es la cara, "ya estaba muy deteriorada, haría falta un modelo para restaurarla, pero no lo tenemos". El párroco siempre pensó que no se trataba de la Magdalena, pero ahora, de cerca, ha descubierto unos tirabuzones que se corresponden con la iconografía de la santa y nunca con San Salvador ni con la Virgen.

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