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Diecinueve horas de angustia para ver a Fadila

La abuela materna y una tía del pequeño de 2 años asesinado en Vallobín viajan de Málaga a Oviedo para ver a la acusada "aunque sólo sea un momento" - La familia de la chica de origen marroquí cree que David F. V. le ocultó la muerte del niño, tal y como ella ha declarado ante la Policía Nacional y la juez

La abuela materna y una tía del pequeño de 2 años asesinado en Vallobín viajan de Málaga a Oviedo para ver a la acusada "aunque sólo sea un momento" | Miki LÓPEZ

"No me puedo quedar sin batería porque a lo mejor me llaman de la Policía, del Juzgado o del despacho de la abogada de mi hermana en cualquier momento. Necesito un enchufe ya". Una de las tías maternas del pequeño de dos años hallado muerto en un apeadero de Vallobín hace catorce días repitió estas frases como un mantra el miércoles por la noche al bajarse de un tren de Málaga a Madrid para comenzar el peor viaje de su vida. Volvió a decirlas mientras deambulaba con su madre por la estación de Chamartín pasadas las doce y media de la noche. Con las ventanillas de venta de billetes y de información vacías, el metro cerrado y poco dinero en el bolsillo, hicieron lo único posible. Buscaron el horario del próximo tren a Oviedo. Salida a las 7.45 horas. "No me puedo quedar sin batería porque a lo mejor me llaman por lo de mi hermana. Necesito un enchufe ya". Decirlo en voz alta le ayudó aclarar las ideas y a hacer de tripas corazón cada vez que su madre se derrumbaba anímicamente. "Está muy cansada, muy triste y algo irritable porque esta situación nos queda demasiado grande". La madre de Fadila C. -la abuela del pequeño Imran, "un muñeco que siempre estaba sonriendo"- deja que su hija hable por ella. Sólo rompe su silencio para comunicarse con ella en árabe. Lo único que quiere, que ambas quieren, "es ver a Fadila aunque sea un momento". No pudo ser ayer. Tendrán que esperar a hacerlo ahora que están en prisión, cuando llegue el turno de las visitas.

Decidieron pasar las ocho horas de espera en un pequeño hotel del entorno. El día prometía ser demasiado largo y habían salido de su casa malagueña con las fuerzas justas. Además, "no me puedo quedar sin batería porque a lo mejor me llaman por lo de mi hermana. En la habitación puedo cargar el teléfono". Pero la noche se les hizo eterna.

"Ya estamos en el tren. No hemos dormido nada por los nervios y tampoco sabemos dónde nos vamos a quedar cuando lleguemos". La tía de Imran, una de los cinco hermanos de la familia, miró insistentemente la cobertura de su móvil durante el trayecto de Madrid a Oviedo; un viaje con paradas previas en Valladolid, Palencia y León. "No me puedo quedar sin cobertura ni batería porque a lo mejor me llaman". Pese a los fallos de la línea de telefonía, logró hablar con la letrada de Fadila varias veces. Supo que su hermana había pasado a disposición judicial y se enteró del momento justo en que comenzó a declarar ante la juez.

La familia materna del niño, de origen marroquí, cree a la joven madre de 21 años. Están convencidos de que su pareja sentimental la engañó para marcharse a León (donde les detuvieron el martes) convenciéndola de que el niño estaba en Galicia con unos parientes y que tenían que tratar de ganar dinero -como fuese- para estar juntos y mantenerse. Así lo declaró Fadila el miércoles a la Policía Nacional y de nuevo ayer ante la juez Begoña Fernández. "Ella es cariñosa con su hijo, pero él no sabemos cómo es", zanja su hermana.

El tren llegó a las 12.42 a la estación de Uría. Sin pensárselo dos veces se montaron en un taxi aparcado enfrente. El conductor no abrió el maletero al ver que sólo llevaban una única maleta de mano con las medidas estándar para una cabina de avión. En el asiento del conductor hay un periódico. En portada: "La madre de Imran declara que no sabía que su hijo estaba muerto". En un momento llegaron a la comisaría de la calle General Yagüe. Sin embargo, no se bajaron.

La presencia de varios medios de comunicación les asustó. El taxi dio media vuelta y desapareció. Cinco minutos después llegaron andando con la mirada fija en el suelo. "Esto es muy duro".

Fadila estaba declarando en el Juzgado ajena a que su madre y su hermana hacían lo posible por verla y por darle a su hijo un entierro digno en Málaga. Le preguntaron a la Policía por los pasos a seguir para hacerse cargo del cuerpo del pequeño, custodiado en el Instituto de Medicina Legal, en La Corredoria. Una vez tramitado el proceso, se fueron a los Juzgados de Llamaquique.

Atravesaron la nube de cámaras que había en la entrada. Cuarto piso. Juzgado de Instrucción número 3 de Oviedo. A esperar.

Fadila seguía con Begoña Fernández. David F. V. esperaba en una sala aparte tras prestar declaración. Ninguno de los dos estaba a la vista. La madre y la hermana de la joven se rompieron. Sentadas en el frío pasillo buscaron las explicaciones de algún funcionario, de algún abogado, de alguna autoridad. Por toda respuesta: "Tienen ustedes que esperar".

"No me puedo quedar sin batería por si nos llaman de casa". La hermana de Fadila puso a cargar su móvil en el Juzgado, sobre el suelo. Los vigilantes de seguridad y los funcionarios lo esquivaron en cada paseo y en su ir y venir cargados de documentos.

David y Fadila salieron del Juzgado hacia las 16.30 horas. La Policía les condujo hasta un furgón sin hacer concesiones a nadie. La madre y la hermana de la joven se quedaron sin verla. Pasó por delante tapada por varios agentes. Habían transcurrida diecinueve horas desde que montaron en un tren en Málaga.

La familia intentará ahora ir a Villabona, pero aún no saben cuándo. La madre del pequeño Imran está en la cárcel a la espera de calificación y aún no se ha establecido su régimen de visitas. La abuela del niño y la hermana de Fadila tienen pocos recursos económicos como para mantenerse un tiempo indefinido en Asturias. Esperan solucionarlo pronto. "Insha'Allah" (en árabe, "Dios dirá").

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