La primera mujer catedrática de la Universidad de Oviedo, Carmina Virgili Rondón, falleció el viernes a los 87 años. Se fue por tanto una pionera y una persona adelantada a su tiempo que ha dejado una huella imborrable en varias generaciones de estudiantes, sobre todo de Estratigrafía, su especialidad. Pero Virgili no se limitó al mundo universitario, fue Secretaria de Estado de Universidades durante el primer gobierno de Felipe González e incluso investigadora del CSIC.

Nacida en la Ciudad Condal en 1927 fue discípula del geógrafo y geólogo Lluis Solé i Sabarís, y se doctoró en Ciencias Naturales por la Universidad de Barcelona en 1956. Se especializó en sedimentología y estratigrafía del Triásico y del Pérmico. Fue profesora de la Facultad de Ciencias Geológicas. En 1963 obtuvo la Cátedra de Estratigrafía de la Universidad de Oviedo y con ello se convirtió en la primera mujer que alcanzaba una cátedra en la institución universitaria asturiana y la tercera que lo conseguía en España por detrás de la pedagoga Ángeles Galino y la paleontóloga Asunción Linares. En aquella época vivió en la calle Jovellanos y le gustaba decir que su casa estaba al lado de la confitería Camilo de Blas.

Posteriormente, fue catedrática de la Universidad Complutense de Madrid y fue una de las profesoras más queridas de la capital española. En las elecciones generales 1996 resultó elegida senadora del PSC por Barcelona.

En una entrevista concedida a este periódico en 2006, aseguró que se consideraba una persona "exótica" por su carrera profesional multidisciplinar.

Entre sus últimas voluntades, Virgili pidió donar su cuerpo a la Facultad de Medicina para futuras investigaciones en honor a su carrera profesional en la Universidad.