"Prohibido subir a la tarima de moda". Pocos locales de Oviedo mantienen una plataforma de madera de los años cuarenta donde las mujeres se probaban lo último en abrigos o faldas. En el número 12 de la calle Melquíades Álvarez todavía existe una, aunque está en desuso. El cartel que impide pisarla forma parte del III edición del Mercadillo Navideño (Christmas Market) montado en el local de Almacenes Guisasola, todo un clásico del comercio carbayón que cerró sus puertas hace cuatro años después de seis décadas de historia ininterrumpida.

Un total de 28 tiendas venden allí hasta mañana ropa, zapatos, fulares, bolsos u objetos de decoración a un público que entra en el establecimiento atraído tanto por los productos como por la posibilidad de "entrar hasta la cocina" de los Almacenes Guisasola.

Decenas de personas se asoman a la planta baja -cerrada al público- en la que los propietarios y los empleados metían la mercancía desde la calle Campoamor para luego clasificarla; una selección heterogénea que iba desde manteles a ropa de cama pasando por azafrán. Un reloj de pared de antigüedad indeterminada marca la misma hora desde hace años. Los inquilinos temporales aprovechan las sillas, los taburetes y algún expositor "de los de antes", al igual que una enorme mesa de ventas sirve ahora para tomar café en un bar navideño. Algunos compradores terminan clavando la vista en el suelo. "¡Anda, mira, las baldosas de siempre de Almacenes Guisasola! Aquí siguen".

La joven Peque Castro, propietaria de una tienda de ropa, es la impulsora del Mercadillo Navideño. "La primera vez, el resto de comerciantes y yo lo montamos en un local de la calle Campoamor y el año pasado en Uría, pero siempre quise hacerlo aquí porque es el lugar ideal, lleno de encanto y tradición. Es muy europeo y una pena que esté cerrado".

Es posible llevarse a casa un pedacito de los antiguos Almacenes Guisasola en forma de carrete de hilo. Los propietarios del local -que está en venta desde 2010- dejaron a los comerciantes navideños un montón de carretes de colores antiguos con el objetivo de recaudar fondos para la Cocina Económica. Por 50 céntimos (el precio de una comida en la calle San Vicente) el comprador se lleva a casa una parte de la historia comercial ovetense y el dinero se destina al comedor gestionado por las Hermanas de la caridad de San Vicente de Paúl. Hasta el momento se han vendido más de 300 carretes.