Un niño de tres años con una lata de cerveza en la mano y dándose cabezazos contra la pared, un bebé de menos de un mes al borde de la muerte y todavía con pulsera identificativa del hospital en la muñeca, y otro de año y medio en mitad de una vivienda "decorada" con todo tipo de restos de comida y basura de diversas clases. Esto es parte de la escena que la policía se encontró en un piso del número 7 de la calle Benjamín Ortiz (Pumarín) en la madrugada del pasado viernes 20 cuando acudió alertada por los vecinos.

La historia ya forma parte de la crónica negra de la historia de una ciudad que se pregunta el por qué los tres menores estaban solos en el domicilio. De fondo, la situación de la madre de los pequeños, M. J. F. G., de 42 años, a la que la investigación vincula al mundo de las drogas y la prostitución. Aunque su perfil y el de su entorno, según los datos que se han ido conociendo estos días, se aleja bastante del que suele darse en estos casos. Con estudios universitarios -Magisterio y Filología Inglesa- son muchos los que se preguntan cómo M. J. F. G. pudo dejar abandonados a sus pequeños. Tras ser detenida -hace días que ya duerme en la prisión de Villabona- y sólo ante la jueza que investiga el caso, relató que nunca pensó abandonar a sus vástagos, que salió un momento y que cuando regresó al domicilio se asustó al ver a la Policía. Entonces optó por desaparecer. Luego, y ante el revuelo mediático a nivel nacional que provocó la noticia, se agobió y vivió los seis días que tardó en ser detenida moviéndose por ambientes marginales de la ciudad. Precisamente en un punto de encuentro del submundo ovetense -el parque del Campillín- fue arrestada tras ser localizada a través de la señal de su móvil.

Era el fin de una historia que sorprendió hasta a la abuela materna de los niños. De ésta, una viuda que reside en La Corredoria con uno otro de los hijos -tiene 7 años- de M. J. F. G., dicen que posee varios inmuebles en la ciudad y que tiene una posición relativamente acomodada. A la policía le explicó que nada sabía de los tres pequeños, y muchos menos de un cuarto que vive que su padre en el extranjero. Y creía que su hija residía fuera de España, lejos de la cuna de plata en la que se supone que se crió.