"El fado es una lúcida interpretación portuguesa de la vida". Esta es la definición que ofreció ayer el médico y experto fadista Ángel García Prieto sobre la canción tradicional portuguesa dentro de la charla-coloquio titulada "Las raíces del fado: fados, corridos, menor y mouraria" organizada en el Club de Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. García Prieto, acompañado por Ramón García Ovide, presidente de la Asociación de Amigos del Fado de Asturias, analizó uno a uno varios ejemplos del fado portugués con la proyección de temas cantados por artistas como Ricardo Ribeiro, Rita Ruibo, Gisela Joao, María da Fe y María Emilia.

En su análisis, García Prieto señaló cómo el nacimiento espiritual del fado y su evolución a lo largo de los años tuvo lugar gracias a "grupos de personas que consiguen que el fado acontezca y sea de todos". Los orígenes de esta canción portuguesa no están muy claros, aunque la mayor parte de los expertos coinciden en señalar que nació en los barrios bajos de Lisboa a finales del primer tercio del siglo XIX (1830-1840) en ambientes "prostibularios y borracheriles", explicó gráficamente García Prieto.

Eran tiempos en los que en Lisboa existían "una maremágnum de estilos musicales", prosiguió el experto fadista. Muchos de ellos estaban influidos por los ritmos brasileños, que a su vez bebían de la influencia de los esclavos africanos que acabaron sus días vendidos a negreros en América. Esas músicas brasileñas, siempre según la explicación que realizaron ayer García Prieto y Ovide, llegaron a Lisboa de la mano de la corte real, que estuvo exiliada en tierras brasileñas durante la ocupación napoleónica de Portugal. "Aquel era un fado muy rítmico, se bailaba con un estilo bastante indecente".

Pero el fado rápidamente fue dejando de lado los ambientes de barrios casi marginales como era el de Alfama, para convertirse en la voz de todo un pueblo. Aunque antes el estilo tendría que perfeccionarse, surgiendo de los denominados fados raíces: corrido, corrido menor, mouraria y fado "castiso". García Prieto realizó un análisis de este último, que señaló que su construcción "obedece a cuartetos y décimas" y que no tiene "más que armonía y la melodía se construye mientras se canta. Cada cantante lo hace a su manera". Junto a la voz, construyen estos fados la guitarra portuguesa, que a juicio de García Prieto, "tiene una capacidad musical magnífica". Y matizó que la guitarra "no acompaña a la voz, sino que canta con la voz, con la que mantiene un diálogo". En el caso de los fados quien lleva el ritmo es la viola.

Por su parte, Ramón García Ovide reconoció que es "muy difícil definir el fado. Cada portugués tiene la suya propia". Ovide se centró en hablar del fado corrido, "en el que no se cantaba, se narraba una historia" con el acompañamiento de un guitarrista que "sólo utilizaba dos acordes". Además del análisis del estilo musical portugués más conocido y reconocido a nivel mundial, García Prieto y Ovide realizaron una serie de recomendaciones a aquellos que quieran acercarse a la realidad del fado. Entre ellas, animaron a los que viajen a Portugal a "huir de las casas de fado" ya que están pensadas para los turistas y a buscar los locales "recónditos y difíciles de encontrar" donde se canta el fado auténtico