El templo de Santa María La Real de la Corte, situado entre el monasterio de las Pelayas y el Museo Arqueológico y frente a la plaza de Feijoo, luce hoy más benedictino gracias a dos años de restauraciones y obras con las que ha recuperado la sobriedad monástica de la época en que fue construido, en el siglo XVI y según planos y ejecución de los maestros Juan de Cerecedo, tío y sobrino. El arquitecto Juan del Ribero Rada la remató después con aún más notas clasicistas.

La parroquia de Santa María La Real, iglesia de la diócesis ovetense desde 1845 -previamente había sido desamortizada a los Benedictinos por el gobernante Mendizábal-, ha dedicado a las obras 145.000 euros en 2013 (electrificación e iluminación, pintura interior, reparación de salas parroquiales en el ala derecha y tejado de la sacristía), y 120.000 en 2014 (reparación de la escalera del coro, arreglo del local en el ala izquierda y ascensor).

La procedencia de dicho dinero han sido los fondos propios de la parroquia, más tres subvenciones de Endesa, Cajastur y el arzobispado de Oviedo. La parroquia se ayudó asimismo de un crédito bancario y de una ampliación de éste, siendo avalados por el mismo arzobispado y que se está devolviendo a razón de 2.500 euros mensuales.

Los ingresos normales de la parroquia -por colectas, donativos o servicios eclesiales-, no son elevados, pero sí existe otra fuente de financiación, la principal, por la venta de columbarios en el panteón parroquial, una iniciativa del anterior párroco, Laurentino Gómez, al que sucedió el actual, José Ramón Garcés, impulsor de las obras recién acabadas.

De cara al futuro, según explica un folleto editado por la parroquia sobre las obras, "una vez alcanzado el desahogo económico necesario, se sustituirá la madera apolillada del suelo del coro y se limpiarán y restaurarán las imágenes y retablos más deteriorados". El templo posee imágenes de relieve de los escultores Luis Fernández de la Vega y Antonio de Borja.

Una de las peculiaridades de la restauración -realizada con los permisos pertinentes de Patrimonio, por tratarse de un BIC (Bien de Interés Cultural)-, ha sido la de dejar diáfana la amplia estancia emplazada sobre las capillas laterales de la izquierda.

Esa estancia era la que el benedictino fray Benito Jerónimo Feijoo -enterrado tras su muerte en el crucero del templo-, recorría en la ancianidad, ayudado por un andador, para acudir cada día desde su celda a la misa y seguirla desde un balcón con vistas al altar en la que era la iglesia de su convento de San Vicente.