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Los feligreses claman por las rampas

Cinco templos han visto ya denegado el permiso oficial para facilitar el acceso a personas con dificultades de movimiento

Fieles accediendo a la iglesia de las Pelayas por sus escalinatas. NACHO OREJAS

No está previsto que se llegue a una sublevación de la feligresía, pero los fieles que acuden a los templos católicos de la ciudad cada vez claman más por rampas que faciliten el acceso a personas en silla de ruedas, o a los carritos de los niños, o a los mayores con dificultades para vencer escalinatas.

La última negativa oficial a tales auxilios -dictada por la Comisión de Patrimonio del Principado-, la ha vivido la basílica de San Juan el Real, que se suma a la lista de templos que necesitaban una rampa y se han quedado sin ella. Fue el caso, hace algunos años, de San Isidoro el Real, que hubo de resignarse a colocar una barandilla, o la iglesia de las Pelayas, cuyas escalinatas son de gran amplitud. Y colindante con el monasterio benedictino de San Pelayo se halla el templo de Santa María la Real de la Corte, que en el marco de su reformas durante los dos últimos años también trató de tender una rampa, pero sin éxito.

Una parroquia más, San Pablo de la Argañosa, obtuvo hace poco el veto de las autoridades del Ayuntamiento, pero por ahora es el único templo que no ha tirado la toalla, ya que su párroco, Antonio Vázquez Escobar, espera entablar un diálogo con Urbanismo y con Patrimonio del Principado para encontrar una solución satisfactoria. Por su parte, las Pelayas tienen previsto volver al intento en fechas próximas.

"Disponer de un acceso asequible fue el primer clamor que me transmitieron los fieles cuando llegué a esta parroquia", evoca Javier Suárez, rector de la basílica de San Juan, que además apela a un agravio comparativo: "En Oviedo se acaba de tramitar una ordenanza municipal de terrazas de hostelería para hacerlas accesibles a personas con movilidad reducida, pero las iglesias, ¿qué?".

En el caso de San Juan, el Ayuntamiento sí había dado luz verde al nuevo acceso, según un proyecto del "arquitecto Emilio Llano, que se había asesorado con técnicos de Patrimonio y de Urbanismo para que la rampa se integrara en el edificio", explica Javier Suárez. La basílica de San Juan está catalogada bajo la protección integral del Ayuntamiento de Oviedo. Pero, pese a librar el trámite municipal, fue la Administración regional la que denegó la licencia de obras.

Víctor Cedrón, párroco de Pola de Laviana y delegado episcopal de Bienes Culturales de la Iglesia, así como titulado en Historia y Bienes Culturales por la Universidad Gregoriana de Roma, sostiene que "se han de dar soluciones compatibles con la protección de un bien monumental, porque es obvio que también se ha de dar continuidad al uso del edificio".

En ese sentido, Víctor Cedrón plantea que "no deberían negarse por principio estos permisos para obras que no afecten al bien". Pero el sacerdote va más allá, pues califica de "respuesta injusta" la que ha dado la Comisión de Patrimonio del Principado, y más que nada porque su función, en la práctica, "debería ser la de aportar pistas de solución y no sólo ofrecer la negativa". En todo caso, Cedrón admite que "su misión es establecer los límites que no se deben traspasar y buscar las soluciones". El especialista en patrimonio de la Iglesia expone asimismo que "no existe una fórmula común para vencer la barreras arquitectónicas en todos los monumentos, sino que hay diversos procedimientos".

Uno de esos posibles procedimientos es el que le ofreció Patrimonio a la basílica de San Juan, pero con muy pocas dosis de realismo, según el rector del templo. "Nos propusieron una rampa no fija, que se colocara y se quitara según las necesidades, pero eso obliga a tener personas encargadas de ello que tendrían que estar poniéndola y quitándola continuamente, ya que son muchas las personas que, aun no siendo feligreses, pasan por delante y quieren entrar", explica Javier Suárez, que también lamenta que se antepongan "las piedras a las personas", y más a las que claman por algo.

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