Agustín Iglesias Caunedo fue ayer por la noche en el hotel de la Reconquista un "hombre feliz", tan feliz como puede estar el alcalde de Oviedo cuando recibe el premio "Ovetense del año", que es, explicó, "como si la ciudad se premiase a sí misma".

Y un poco así fue. Caunedo recibió el galardón ante casi 900 personas de corbata y tacón repartidas en 73 mesas y tres salones en dos alturas, que es donde cabe la enorme representación política, social, empresarial, económica, deportiva y cultural de Oviedo. Se lo entregó Luis Manuel Flórez, "Floro", presidente de Proyecto Hombre, amigo de Caunedo y testigo de la escena: una especie de ciudad en miniatura con rostros de todos los sectores que escuchó un discurso largo y pensado del que destacaron dos mensajes: uno, con destino al Gobierno del Principado, al que le pidió el reconocimiento de capitalidad que, según él, le falta a Oviedo, y otro, en clave electoral, al advertir sobre los peligros de la "izquierda extrema" ahora que asoman las elecciones de mayo.

"Creo, sinceramente, que ha llegado la hora de que la Administración autonómica reconozca a Oviedo su estatus como capital de Asturias", dijo Caunedo. "Si analizamos los últimos 37 años, es fácil comprobar que ni en inversiones ni en atenciones los gobiernos asturianos dieron a Oviedo y a los ovetenses el trato, la atención y el cariño que merecían". No mencionó el Alcalde el famoso "cerco" de otrora, pero sí habló de "permanente marginación", de "falta de respeto institucional", de que Oviedo es la "única capital española sin ningún equipamiento cultural autonómico" y de que, en definitiva, no recibe la atención que se merece como "auténtico motor de la región que es".

Esa reivindicación llegó al final de un discurso de 27 minutos y 43 segundos en el que tampoco citó a Podemos, ni falta que hizo a juzgar por sus afirmaciones: "Es fácil utilizar la desesperanza, la frustración y hasta el cabreo de la sociedad para tratar de sacar provecho político (...). En política, los experimentos nunca salen gratis", advirtió sobre la izquierda radical. "Hay experimentos", insistió, "que pueden hacer que Oviedo retroceda 20 o 30 años, porque lo que les mueve no es mejorar nuestro modelo, sino acabar con lo que tenemos y nos distingue. Desde la revancha, la demagogia y la irresponsabilidad no se puede construir ningún futuro", sentenció en un tono pausado y contundente.

Desde su atril, Caunedo observaba a todas esas personas a las que antes no paró de abrazar. Allí estaba su familia, la primera en llevarse una referencia; allí estaba también una amplia representación del Partido Popular, encabezada por su presidenta en Asturias, Mercedes Fernández. La lista de invitados al acto, organizado por la revista "Vivir Oviedo", patrocinado por el centro Infiniti y presentado por la periodista Arancha Nieto, fue inacabable: desde el empresario Jacobo Cosmen hasta el director de escena Emilio Sagi; desde el asesor deportivo del Oviedo, Joaquín del Olmo, al presidente de la Cámara de Comercio, Fernando Fernández-Kelly, o al Padre Ángel, por citar sólo algunos ejemplos.

En su discurso, que hizo esperar a un menú compuesto por salpicón de marisco, solomillo de ternera con queso La Peral y mousse de chocolate, Caunedo repasó los retos y las inversiones que le aguardan a Oviedo, como mejorar los accesos a la ciudad, construir un escenario para conciertos de 10.000 personas en el Naranco, impulsar equipamientos deportivos o aprovechar y adecuar los terrenos del Cristo y la Vega. Citó a la corrupción ("todos estamos hartos de formas de hacer política que no son las adecuadas") y lanzó una mirada optimista sobre la recesión: "Oviedo está en una buena posición para dar esos pasos que nos saquen definitivamente de la crisis y abran nuevos horizontes a nuestro futuro".

El acto acabó como empezó: con música. Si al final sonó el Himno de Asturias, interpretado por la Banda de Gaitas "Ciudad de Oviedo", en el inicio deleitó Cristina Gestido, violista de la Royal Opera House de Londres, que fue la encargada de glosar a Caunedo con una reivindicación de la cultura y de los artistas: "No salvamos vidas como los médicos, pero salvamos almas".