La última inundación del nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), que obligó a aplazar varias operaciones esta semana, pudo deberse a un acto de sabotaje. En esta línea trabaja al menos la Policía Nacional, tras registrar una denuncia formulada por la empresa de mantenimiento del centro sanitario. Los responsables de la entidad sospechan que alguien abrió, a propósito, una válvula que hizo circular agua a una temperatura de 130º centígrados por el circuito de calefacción, hasta deteriorar una tubería de plástico, y causar una fuga de agua en un almacén de los quirófanos del hospital.

La versión de la empresa de mantenimiento se sustenta en el testimonio de un técnico que asegura que media hora antes de que se registrara la fuga revisó personalmente la válvula del circuito de calefacción que se encuentra en el piso superior a los almacenes en los que se registró la fuga. Asegura que estaba cerrada. Sin embargo, tras detectarse la inundación, regresó a comprobar el sistema y observó que la válvula estaba abierta y marcaba una temperatura de 130º. "La válvula debía estar cerrada y estaba abierta, esta circunstancia pudo provocar que se rompiese la tubería, que es de PVC", indicaron a este periódico fuentes cercanas a la investigación del caso, aún en su fase inicial.

La fuga se detectó en la madrugada del pasado sábado. La rotura de la tubería hizo que el agua empapara el techo, hasta que se vino abajo por el peso de la cubierta de uno de los cuartos de aprovisionamiento de la zona de quirófanos. El agua caliente de las conducciones inundó el recinto, en el que se guardaba material quirúrgico. Como consecuencia de este incidente, el HUCA se vio obligado a a aplazar media docena de operaciones en las que estaba previsto implantar a los pacientes prótesis u otros materiales externos. Los quirófanos no cumplían los requisitos de esterilización exigidos para este tipo intervenciones como consecuencia de la fuga que afectó al material.

Mientras, ayer por la tarde en el HUCA predominaron las miradas esquivas, los ceños fruncidos y el silencio; mitad desconocimiento, mitad precaución. Médicos, enfermeros y demás personal sanitario consultado prefirieron no opinar sobre "un tema que no nos compete". Hubo a quien, en realidad, la noticia no pareció sorprenderle en exceso. "Aquí hay muchas cosas mal y no me extraña nada porque todo puede suceder", apuntó una enfermera que prefirió ocultar su identidad. Ella sabía "lo que se viene comentando hace días por los grupos que tenemos entre nosotros de WhatsApp", pero optó por no entrar en más detalles porque "luego hay lío".

Desde el área de mantenimiento tampoco se quiso concretar mucho más. El único trabajador de guardia de este departamento que había ayer por la tarde en el hospital aseguró a este diario que "son temas internos. De mí esa información no puede salir", y salió del paso con un "si se tiene que decir algo, ya se dirá". A dos limpiadoras que aprovechaban para tomar el aire les sonaba todo un poco más. "Algo escuché. Ayer (por el miércoles) vinieron a reparar unas goteras en otra sala y se comentó sobre la inundación", pero no quiso especificar el qué. Lleva unos meses de servicio en el hospital y no quiere "follones".

No es la primera vez que alguien alza la voz para denunciar actos de sabotaje en el nuevo Hospital Universitario Central de Asturias. El gerente del hospital, Manuel Matallanas, insinuó recientemente que "ciertos incidentes" hacen pensar en un sabotaje. Según indicó, la Consejería de Sanidad maneja un informe en el que se recogían irregularidades: baños atascados con papel higiénico y cortes limpios en la cubierta, entre otros. El departamento que dirige Faustino Blanco guardó ayer silencio respecto al incidente.

Las insinuaciones del gerente del HUCA causaron un gran malestar entre la plantilla del centro sanitario, que lo interpretó como un ataque a la profesionalidad de los trabajadores. Lamentan que, al margen del esfuerzo que supone el traslado al edificio, los sitúen en el punto de mira de la opinión pública.