En mitad de la protesta, un tipo canoso y de peto azul, mecánico en el HUCA con 20 años de experiencia, resumía en voz baja lo que sus compañeros protestaban a grito limpio con palmas, silbatos y bocinas. Lo hacía así: "Nos han metido en un hospital a medio terminar y lo estamos acabando nosotros. Hay muchas deficiencias que dificultan el trabajo y que, nueve meses después, no se han solucionado. Y no sólo eso, sino que encima presumen del hospital, como si no hubiera ningún problema, y lo rematan acusándonos de que lo saboteamos. Es de locos".

El testimonio de este hombre de manos gruesas, que pide ocultar su identidad, sirve para resumir lo que dio de sí la manifestación de trabajadores del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) que recorrió ayer las dependencias del centro para exigir mejoras en las instalaciones, pedir la dimisión del consejero de Sanidad, Faustino Blanco, y clamar contra Gispasa, la empresa de mantenimiento, a la que tildaron de "enchufista" después de que su gerente, Alfonso de Carlos Muñoz, publicara en este diario una carta en la que afirmaba que Gispasa "era una empresa pública al cien por cien". En total, una hora de recorrido por el centro sanitario con cánticos como "Gispasa, fuera de esta casa" o "consejero, dimite, el HUCA no te admite".

Fueron unas 200 personas, entre trabajadores sanitarios y no sanitarios, convocadas por la junta de personal y con presencia de distintos sindicatos las que escucharon las reivindicaciones de María José Fernández, 37 años en el hospital, la voz cantante ayer en la protesta: "No vamos a consentir que una empresa de enchufistas -por Gispasa- nos torpedee el trabajo", dijo. Y añadió: "Que nos digan qué oposiciones o qué pruebas pasaron ellos para entrar en la empresa pública. Todos los que estamos aquí lo sabemos".

También habló Carlos Vázquez, barba blanca y tono grave, representante del sindicato sanitario SICEPA, que mantuvo la misma línea: "Esto se parece más a un aeropuerto que a un hospital. Hay que demostrarle al Consejero que miente, que las plantillas son cortas y que con nosotros no se juega", dice.

Los empleados denuncian malas condiciones de trabajo y problemas varios: taquillas deficientes, pocas camas, material de baja calidad, falta de plazas de aparcamento, altos precios en los servicios de cafetería, fallos en los sistemas, exceso de trabajo... "Este hospital es de los asturianos y lo tenemos que sufrir los trabajadores. Hay elecciones dentro de tres meses y nos tienen que escuchar. Queremos ser una marea blanca", aseguró Fernández. La marcha atravesó varias salas del hospital y llegó hasta la propia oficina de Gispasa, en las que había dos jóvenes empleados que, sorprendidos, tuvieron que cerrar la puerta.

Los trabajadores consultados se mostraron enfadados con las "autoridades que no nos defienden" y rechazaron el sabotaje como causa de la inundación que destrozó material quirúrgico en un almacén el 21 de febrero. "Es impensable que se diga que es intencionado. Es de locos", concluyó el mecánico.