El Santo Sudario que se custodia en la Catedral de Oviedo y la Sábana Santa de Turín, que la tradición cristiana señala como los paños que envolvieron el cuerpo de Jesucristo tras su crucifixión, recubrieron "casi con toda seguridad el cadáver de la misma persona", según una investigación firmada por el doctor en Bellas Artes Juan Manuel Miñarro. El arzobispado de Valencia informó ayer, en el inicio de la Semana Santa, de las conclusiones de un estudio promovido por el Centro Español de Sindonología (CES), entidad con sede en Valencia.

El estudio comparativo entre las dos reliquias estuvo basado en las técnicas de geometría, para el reconocimiento y la aplicación de los puntos craneométricos y las líneas anatómicas, así como de la antropología forense.

Coincidencias

Mediante la metodología propia de ambas disciplinas científicas, la investigación ha encontrado un número de coincidencias entre las dos reliquias que, según sus responsables, "sobrepasa con creces el mínimo de puntos significantes o pruebas exigidas por la mayoría de los sistemas judiciales del mundo para la identificación de personas".

El Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, acogió con una sonrisa el resultado del estudio de los expertos levantinos, sobre todo "porque han conseguido datarlo con más precisión y porque nos dicen que ambas reliquias fueron de la misma persona, en una época que es justamente la que coincide con Jesucristo". El prelado advirtió además de las alteraciones que el paso del tiempo "y los pólenes y moléculas que se depositan a lo largo de la historia", puede dar resultados diversos en cuanto a la datación, tanto del Sudario como de la Síndone de Turín, por lo que celebró que el examen haya concluido que "los cromosomas son los mismos" en una y otra pieza.

La investigación "no prueba por sí misma que esa persona fuera precisamente Jesucristo, pero sí que nos ha puesto claramente en el camino de conseguir demostrar completamente que la Sábana Santa y el Santo Sudario envolvieron la cabeza del mismo cadáver", asegura Miñarro.

Los focos de las heridas

El trabajo ha hallado coincidencias en las principales características morfológicas (tipo, tamaño y distancias de las huellas), el número y distribución de las manchas de sangre, las huellas singulares de varias de las lesiones reflejadas en los dos lienzos o las superficies deformadas.

Hay "puntos que evidencian la compatibilidad entre ambos lienzos" en la zona de la frente, donde hay restos de sangre, así como en el dorso de la nariz, el pómulo derecho o el mentón, que "presentan distintas contusiones".

Sobre las manchas de sangre, Miñarro matiza que las huellas que hay en uno y otro lienzo presentan diferencias morfológicas, pero que "lo que parece incuestionable es que los focos, los puntos desde donde brotó la sangre, se corresponden totalmente".

Esas variaciones podrían explicarse porque "el contacto con ellas fue distinto" desde el punto de vista de duración, colocación e intensidad del contacto de la cabeza con cada uno de los lienzos, además de por "la elasticidad propia de los tejidos de lino".