La OSPA, a la órdenes del maestro Rumon Gamba, se enfrentó ayer en el Auditorio con un programa típico del bello conservadurismo septentrional. Y triunfó de la mano de la violinista japonesa Akiko Suwanai que derrochó técnica y buen hacer. La velada se abrió con el vals triste de Sibelius tan frío como conocido. Después, el concierto para violín de Nielsen que no logra despegarse de las grandes piezas románticas que tiene como referencia. En todo caso Suwanai demostró lo ya sabido: es una violinista excepcional. En las cadencias estuvo superior -tres minutos y un segundo de ovaciones- y como propina el largo de la sonata número 3 de Bach que dejó sin aliento al respetable.

En la segunda parte el auroral "Peer Gynt" de Grieg que abrió a la flauta Myra Pearse y ya todo fue más cálido en la medida que los hielos nórdicos se iban derritiendo. Como final "Aladino" de Nielsen que libre de los casquetes polares se adentra en orientalismos que entusiasmaron al público. Cuatro minutos de merecidos aplausos.