¿Cómo es posible que un chaval de 15 años, por muchas artes marciales que domine, termine causando lesiones de gravedad a cuatro agentes de la Policía Nacional perfectamente entrenados? Es la pregunta que muchos ciudadanos se hacen estos días, tras conocer el suceso de la madrugada del sábado al domingo en la calle Félix Aramburu, cuando un adolescente agredió de forma brutal a cuatro agentes (a uno de ellos le rompió la tibia y el peroné y a otro le desencajó la clavícula) para evitar ser detenido. Los agentes tienen que seguir un estricto protocolo en las detenciones, que los funcionarios asumen con más celo en el caso de los menores de edad. Y aunque se les permite usar la fuerza, optan por rebajarla al mínimo, para evitar problemas. Esa es la cuestión. "Si metes la pata, se te cae el pelo. Cuando se trata de un menor vas con mucho cuidado. No es políticamente correcto decirlo, pero hoy día la balanza se inclina a favor del detenido", explica a LA NUEVA ESPAÑA un experimentado policía ovetense.

Miguel Ángel Campos, secretario general de la Confederación Española de Policía (CEP) califica de "ejemplar" el comportamiento de sus compañeros. "Prefirieron quedarse cortos para no excederse. Tuvieron la precaución de reducir al mínimo los daños y las lesiones. Si lo cogen fuerte de un brazo y se lo rompen, hoy los estarían colgando en la plaza", explica de forma metafórica este policía. "Es una labor compleja. Prefiere arriesgar su integridad a tener un problema por un exceso de fuerza y han salido más perjudicados ellos para no perjudicar al menor", sostiene Campos.

Para que la actuación policial en la detención de un menor sea intachable, los policías deben evitar el empleo del lenguaje duro, la violencia o la exhibición de armas. Y al detenido sólo se le debe esposar en caso estrictamente necesario. "El esposamiento de los menores detenidos se llevará a cabo en los casos que sea estrictamente necesario, como respuesta proporcional a la naturaleza del hecho cometido y a la actitud del menor en el momento de su detención", reza el texto. Asimismo, la directiva regula el uso de métodos coercitivos cuando exista "un grave riesgo para seguridad ciudadana, la vida del agente o la integridad física de terceras personas". Y apunta que sólo se blandirán las armas cuando exista un riesgo racionalmente grave. "Estamos muy acostumbrados a las películas, que a la mínima sacan un arma. En realidad, la llevas de adorno, te cuidas mucho de sacarla", comenta otro agente avezado en practicar detenciones.

Aunque no tiene que ver con menores, los funcionarios policiales recuerdan la reciente sentencia confirmada por el Tribunal Supremo que condenó a un guardia civil a cinco años de cárcel por el homicidio de un vecino de Soto de Luiña que le atacó con una pala de dientes. La sentencia recoge que debía haberse apartado y disparar al aire.

Una vez detenido el menor, se establecen bastantes diferencias con respecto a los mayores de edad. Por ejemplo, no pueden estar en los mismos calabozos ni permanecer detenidos 72 horas, el plazo máximo que la ley determina para las detenciones de los mayores de 18 años. Además, se debe notificar de inmediato la actuación a la Fiscalía de Menores y acortar las diligencias. Los policías llaman también al tutor del menor detenido que ha de prestar declaración en presencia de un abogado.

El menor agresor arrestado en Oviedo estaba siendo investigado por una posible vinculación con bandas latinas. Tiene múltiples antecedentes y el juez lo ha enviado al centro penal de Sograndio.