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Discapacidad con mucha demora

El Principado envía la tarjeta que acredita el grado de minusvalía a Enrique Argüelles, un ovetense fallecido en 1989

Carmen Argüelles muestra la tarjeta a nombre de su padre. RUBÉN IBÁÑEZ

-¡Qué raro! Una carta para mi padre.

A la ovetense Carmen Argüelles Álvarez le extrañó la recepción de la misiva. Pero, una vez abierta, su contenido la dejó boquiabierta. Por supuesto, su padre tiene todo el derecho del mundo a recibir cartas. Lo que ya no es tan normal es que sigan llegándole cuando lleva casi 26 años fallecido. Y lo que le pareció directamente surrealista es que el remitente fuera el Principado y que el sobre contuviera la tarjeta acreditativa del grado de discapacidad de Enrique Argüelles Suárez, con todos sus datos personales, incluido su índice de minusvalía: el 96 por ciento.

"Mi padre murió en 1989, estuvo 15 años en diálisis y no me consta en absoluto que nunca valoraran su grado de discapacidad", explica Carmen Argüelles, que no sale de su asombro. Lo único que sí tiene claro es que su madre sí está viva y tiene 89 años. "Espero que si tienen alguna información que enviarle no esperen 25 ó 30 años", comenta con humor. "¿Tan difícil le resultará a la Administración comprobar si una persona está viva o muerta antes de gastar tiempo y dinero en un trámite de este tipo?", se pregunta. Carmen Argüelles asegura que ha comentado este lance con algunos allegados, y que, por lo que le han dicho, "se ve que nuestro caso no es el único".

Enrique Argüelles Suárez fue director de la sucursal del Banco Central emplazada en la calle Suárez de la Riva, de Oviedo. Ante las limitaciones que le imponía su insuficiencia renal crónica, se jubiló de forma anticipada. Falleció el 4 de agosto de 1989.

La tarjeta que ahora le han remitido fue enviada por la Consejería de Bienestar Social y Vivienda, y llegó acompañada de una carta firmada por Enrique Rodríguez Nuño, director general de Políticas Sociales. La misiva explica que la resolución de reconocimiento del grado de discapacidad da derecho "a determinadas prestaciones y beneficios, y que con el envío de la tarjeta que lo recoge "se pretende facilitar la acreditación del grado reconocido de manera ágil, práctica y fehaciente".

La intención de la Consejería de Bienestar era buena, sin duda, pero Carmen Argüelles se pregunta: "¿A esta gente no le extrañaba que un señor estuviera 26 años desparecido de la circulación?".

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