"Parece que estamos esperando el santo advenimiento". Lo dijo una vecina mientras trataba de acceder al salón de recepciones del Ayuntamiento, en la calle Cimadevilla. Este local que lo mismo sirve para celebrar una boda de 150 invitados que para exponer los proyectos de optimización del tramo urbano de la "Y", acogió ayer la transmisión en directo del Pleno de investidura del nuevo Alcalde a través de una pantalla de considerables pulgadas. La mujer logró abrirse paso entre los paraguas, codos y espaldas de decenas de personas que querían hacerse con una de las sillas de terciopelo rojo de la sala. Sin embargo, no llegó a tiempo. A falta de media hora para que empezase el Pleno constitutivo, el aforo estaba completo (agentes de la Policía Local y Protección Civil, aparte).

Así las cosas, ella, como el resto de los que no tuvieron hueco, salió de nuevo a la calle hacia la plaza y se cruzó con un equipo de televisión francés -cámara y operadora de sonido- que seguían a todas partes a Emilio León, diputado de Podemos. "Hacemos un reportaje sobre la entrada de Podemos en las instituciones españolas y elegimos Asturias para grabar, así que aquí estamos siguiendo a este hombre", explicó la chica encargada del audio, que hizo verdaderos esfuerzos por sostener la pértiga por encima de las cabezas de los concentrados. "Yo me quedo aquí con la gente y Daniel Ripa (el secretario general de Podemos en Asturias) sube al Pleno", explicó a toda prisa León, un poco por calmar a los periodistas asturianos y otro por dar material a los franceses de la productora "Petit à petit".

Cuando el santo advenimiento previsto por la ovetense que se quedó sin silla se materializó en Wenceslao López, los lloros -de alegría para unos y de tristeza para otros- se sucedieron en el salón de recepciones como si se tratase de una final de fútbol. Los primeros, como el portavoz de la Izquierda Socialista, Benjamín Gutiérrez Varela, se quedaron a celebrarlo. Los segundos se fueron con cara larga y coincidieron en la calle con el ya exalcalde Agustín Iglesias Caunedo y sus ediles del PP, que, sin mirar atrás, aguantaron el chaparrón.