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De perro abandonado a aprendiz de policía

"Pelayo", rescatado por un agente de la unidad canina, irá a Barcelona, donde le entrenarán para trabajar en tareas especiales

"Pelayo" corría cuesta arriba, nervioso y siguiendo la estela de un coche que nunca se detuvo. Casualmente, un agente de la unidad canina de la Policía Nacional contemplaba la escena, que se desarrollaba en el concejo de Siero. Era un cachorro de perro lobo apastorado, de aproximadamente un año de edad. Entonces, no respondía a ningún nombre ni tenía microchip, requisito obligatorio y único elemento que podía demostrar su propiedad legal. Todo apuntaba a que acababa de ser abandonado. Además, las fechas encajan: en verano aumentan las cifras de abandonos, corrobora Marcos Cordero, auxiliar de clínica veterinaria y representante en Asturias de la asociación Retired Dogs 112, de la que depende ahora el futuro de "Pelayo". Ahora, de la mano de su rescatador, puede convertirse en perro policía. Será entrenado para ello en Barcelona.

"Como profesional especializado en el trabajo con perros, me sentí muy sensibilizado con él", confiesa a LA NUEVA ESPAÑA el agente que lo recogió de la carretera. ¿Qué podía hacer por él? Le dio un nombre muy asturiano y heroico: "Pelayo". También empezó a observarlo con la agudeza con que sólo un policía de una unidad canina sabe hacerlo: "Le llevé a mi casa y vi cómo se metía en un espacio estrecho. En lugar de quedarse bloquedo, fue capaz de dar marcha atrás", comentó el agente. Pelayo parecía diferente a otros perros: con sus comportamientos demostraba gran capacidad resolutiva, una aptitud muy valorada en los canes que aspiran a convertirse en perros policía.

¿Podía hacer algo más por él? A nivel particular, decidió contactar con Retired Dogs 112, a través de Marcos Cordero. Anunciaron el hallazgo de Pelayo en las redes sociales, pero nadie lo reclamó. Entre tanto, lo desparasitaron, le hicieron los análisis pertinentes, lo vacunaron y le pusieron su microchip. Retired Dogs 112 confió sus cuidados a Eva Fernández, una opositora a judicatura que lo acogió en su casa de Lampaya, en la falda del Naranco. Tras diez días conviviendo con el animal, Eva Fernández ya puede constatar su rápida capacidad de recuperación: ha superado su inicial aversión a los automóviles, quizás fruto de su persecución frustrada a aquel coche que nunca lo recogió (o que lo abandonó). Ahora le falta tiempo para acercarse a recibir a las visitas, incluso antes de que puedan apearse de sus vehículos.

"Pelayo" también se ha familiarizado con ella: "Al principio, me agobiaba que se me escapase porque se soltaba y no respondía a ningún nombre, pero ya le he cogido el truco".

A esto se suma que "Pelayo" no perdió en ningún momento la fuerza y energía propias de un cachorro de su corta edad. No ha cambiado: es juguetón y cariñoso como un niño. "Nunca me ha gruñido", ratifica Fernández. Le gusta mucho socializar con la gente, y eso es muy bueno. "Pelayo" podría reunir las características para ser un perro de trabajo capaz de realizar labores especializadas junto a la Policía, como la detección de drogas o de explosivos, o a participar en operaciones de rescate. Este perro-lobo apastorado podría convertirse en policía, con un inicio de carrera diferente, pero para desempeñar igualmente un gran rol social.

¿Lo conseguirá? El tiempo lo dirá. Por el momento, será incorporado al nuevo programa de Retired Dogs denominado "K+9", con el que pretenden apoyar la labor del perro de trabajo y su guía. En los próximos días, "Pelayo" será enviado a Barcelona, donde se le asignará un guía especializado, que le someterá a una valoración gradual para determinar si, efectivamente, reúne las condiciones indispensables para iniciar su adiestramiento como perro policía. Si no, se le adjudicará una familia de acogida con carácter definitivo, donde ejercerá como animal de compañía.

Si Don Pelayo, a quien el can debe su nombre, fue el primer monarca del Reino de Asturias, este perro asturiano se convertirá en el primero en integrar el proyecto "K+9". Sea cual sea su destino, ya tiene mucha historia. Atrás quedarán el estrés y el nerviosismo de los primeros días. Superado el pánico a acercarse a los coches, próximamente montará en uno, a punto de iniciar su particular reconquista: la de reconducir su vida.

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