"Es enorme, pero ya está controlado". El mensaje, primero de alarma, pero después de calma es de uno de los bomberos que ayer a mediodía trabajaba en la calle Jovellanos para acabar con un enjambre de abejas que había hecho suyas las ramas de un árbol junto al monumento a Jovellanos, en el entronque de la calle del mismo nombre con la de San Vicente.

Como cada verano, las abejas son las turistas que repiten su visita a la capital asturiana. Los bomberos recibieron el aviso ayer por la mañana y, mientras agentes de la Policía Local acordonaban la zona, se pusieron manos a la obra. El objetivo: transportar los insectos a un lugar más adecuado, donde "no sean un peligro para los ciudadanos, ya que pueden sentirse amenazados y picar a la gente", aseguraba Óscar Fuente, uno de los bomberos que se encargó de que la "mudanza" de las abejas se produzca sin incidentes.

El procedimiento consiste en dejar una caja junto a la colmena y conseguir que la abeja reina se introduzca en ella. Después, el resto la seguirá. "No volveremos a recoger la caja hasta por la noche, pero prácticamente están todas dentro", comentaba Fuente ayer.

Este tipo de incidentes son muy comunes en verano, que es cuando los bomberos ponen en práctica los conocimientos adquiridos en los cursos a los que asisten para saber cómo enfrentarse a esta situación. También han recibido lecciones sobre las avispas africanas, que pueden hacer su aparición también con el calor, aunque "aún no se han encontrado con ningún caso este año", añade.

Las abejas y avispas se cobraron una vida y dejaron ocho heridos a consecuencia de sus ataques el verano pasado en Asturias, donde biólogos de la Universidad hallaron también los primeros nidos de otro ejemplar poco común en Europa: la avispa americana papelera, para la que el remedio habitual contra la picadura de estos insectos no surtiría efecto. Los ataques son verdaderamente peligros para las personas alérgicas.