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Los fuegos "artificiales" de los bomberos

Ascensores averiados sin gente dentro, ancianos con el audífono desconectado que no dan señales de vida o humo que en realidad es polvo de obra forman el catálogo de las salidas en falso del servicio de extinción de incendios

Los fuegos "artificiales" de los bomberos

-Pero ¿qué hacen ustedes aquí?

-Comprobar que está usted bien.

-Pues me acaban de fastidiar la película.

Este diálogo entre un agente del Servicio de Extinción de Incendios (SEIS) y un hombre de avanzada edad y con sordera forma parte del listado de falsas alarmas que reciben los Bomberos de Oviedo y que sólo el año pasado constituyeron el 5 por ciento del total de sus actuaciones, que ascendieron a 1.480. Es decir, que los bomberos salieron en 67 ocasiones de su base en el cuartel de Rubín "casi para nada". En la escena anterior, verídica, el anciano se había quedado sin pilas en el audífono, por lo que tenía la televisión a todo volumen y no oía las insistentes llamadas de teléfono de sus hijos. Pero hay muchas variantes. El jefe del SEIS, José Manuel López, explica que este tipo de salidas "siempre cumplen una función pública, aunque sea la de tranquilizar a alguien", pero no se consideran intervenciones propiamente dichas.

Una de estas salidas tuvo lugar el jueves pasado y fue hasta la calle Joaquín Villa Cañal, en el Cristo. Los clientes de una terraza marcaron el 080 (el teléfono de los Bombero) alarmados por la cantidad de humo -o eso les parecía a ellos que era- que salía de la ventana del edificio de enfrente. Los agentes encendieron la sirena de uno de sus vehículos dotados de auto escalera y atravesaron la ciudad a toda prisa. Los albañiles que estaban cortando la meseta de una cocina con un brazo radial se quedaron de piedra al ver aparecer a un bombero a la altura de sus ojos, como si estuviera flotando en el aire. El polvillo del mármol había confundido a los vecinos, de modo que los agentes volvieron por donde habían venido.

La operación "meseta de la cocina" no les llevó más de diez minutos entre ir, ver y recoger. Un tiempo que ocupa el cuarto puesto del ranking de duración de actuaciones del SEIS. Así, los agentes clasifican las salidas en función de lo que tarden en resolver un percance. El año pasado tuvieron 556 intervenciones que duraron entre treinta minutos y una hora; 356 en las que trabajaron de una a dos horas; 345 de entre dieciséis minutos y media hora; 87 salidas que se alargaron de cero a quince minutos y otras que pueden durar desde tres horas hasta incluso más de doce horas. "Estos últimos casos suelen ser incendios forestales", aclara Torres, que guarda un extenso archivo de salidas "curiosas" que encajan en el 5 por ciento de falsas alarmas.

Un hombre llamó a los Bomberos de Oviedo porque el ascensor de su casa estaba estropeado, pero no había nadie dentro, únicamente no funcionaba. "Una vez allí le dijimos que era cosa del servicio técnico y cuando nos íbamos a ir, el denunciante exigió que le subiésemos a su piso. Por el exterior o por las escaleras, le daba igual. El caso es que no tenía problemas de movilidad ni nada. Estaba convencido de que era nuestra obligación subirle a casa. Y mire, no".

El SEIS cobra algunos de los servicios realizados. Por ejemplo, la apertura de una puerta (igual que los cerrajeros) si no es por una causa mayor. Es decir, en caso de que no haya una olla en el fuego o un niño sólo, hay que abonar 70 euros. Sin embargo, en esto de abrir pisos, también hay salidas fallidas, o más bien, como dice Torres, picaresca. Algunas personas que acaban de separarse tratan de acceder a la vivienda que antes compartían con su expareja para recuperar pertenencias. Suelen decir que se "les olvidó la llave", pero no cuela.

Los 72 agentes de la escala operativa del Servicio de Extinción de Incendios de Oviedo, distribuidos en cuatro turnos de 18 personas (en los que puede disminuir el número de efectivos hasta un mínimo de nueve), realizan una media de cuatro servicios al día. A lo largo de 2014, el 60 por ciento de las intervenciones fueron salvamentos (el rescate en ascensores, pozos o ríos, por ejemplo); el 18 por ciento respondió a asistencias técnicas, tales como saneamiento de fachadas o limpieza de viales; y el 17 por ciento obedeció a la esencia del SEIS; la extinción de incendios.

El 5 por ciento de salidas por falsas alarmas no deja de ser anecdótico", comenta Torres, pero a veces también sirve para mejorar el servicio e incluso para "no acomodarse". Lo mejor para entenderlo es tirar del anecdotario de los Bomberos de Oviedo.

De vez en cuando -cada vez menos- se cuela alguna llamada de alerta de Oviedo en Gijón, o viceversa. La explicación está en que los usuarios de ambos municipios deben marcar el mismo número, 080, para pedir asistencia. No es la primera vez que los Bomberos de Oviedo dan vueltas por la calle Uría, Caveda, Covadonga, Asturias, Cervantes o la avenida de Galicia en busca de fuego, cuando otro dispositivo hace lo mismo, pero con éxito, en la ciudad vecina, que comparte muchos nombres de su callejero.

Pero sin duda, algo que mantiene alerta a los agentes es la fábula de "Pedro y el lobo". El jefe del SEIS lo explica desde la experiencia: "Durante una larga temporada saltaba automáticamente todas las noches la alarma de un banco de la plaza Porlier. Íbamos, comprobábamos que no pasaba nada, y pa' casa. Hasta que una noche, entre bromas de 'ya estamos otra vez', vimos que las llamas salían por el tejado del banco".

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