María Velasco, directora del Banco de Alimentos de Asturias, siempre tuvo claro que la labor social era su auténtica vocación. Nació en Oviedo el 13 de octubre de 1976, y hasta que se casó vivió con sus padres y hermanos, dos mayores que ella y uno más pequeño, en la calle General Elorza 89, zona de la que parten muchos de sus mejores recuerdos de niñez. Todos los Velasco fueron al colegio Virgen Milagrosa, el mismo al que ahora acude su hija María del Mar, de nueve años, y llegado el momento, Javier, el pequeño de la casa, con sólo 16 meses.

La zona centro, un enclave entrañable. "Mis padres son los porteros del edificio en el que yo me críe, y donde aún viven, por eso me siento muy ligada a esa zona, ese centro de Oviedo de General Elorza y Río Sampedro, tan diferente a la calle Uría. Cuando terminé el graduado escolar estudié el bachillerato en el Instituto del Cristo, ubicado en la actual Escuela Oficial de Idiomas de Oviedo. Al elegir carrera dudé entre Magisterio y Trabajo Social. Y cosas del destino, escogí la diplomatura en Trabajo Social, ligada a la vocación que siento desde siempre. Acabé con apenas 20 años, era muy joven y decidí hacer un módulo en Gijón de animación socio cultural. Mucho tiempo de mi vida he estado muy relacionada con el asociacionismo, organizando campamentos. A los 23 y 24 años me pasaba los meses de verano con la asociación La Trabiella".

Llanisca por matrimonio. "Estoy casada con un llanisco, al que me he traído a vivir a La Corredoria. Yo siempre veraneaba en un pueblo de Pajares y con 16 años nos llevaron a un camping a Celorio (Llanes). Con el tiempo conocí allí a mi marido. Tenemos dos hijos, María del Mar de nueve años, y Javier, de 16 meses. La verdad es que aunque vivimos en La Corredoria yo hago la vida en la zona centro. Nuestra hija va a La Milagrosa, mi madre está muy cerca y es muy cómodo. Así que yo subo todos los días".

Flechazo con la solidaridad. "Empecé en el Banco de Alimentos hace trece años cuando las instalaciones, ahora en Lugones, estaban en Silvota, llevando animación del voluntariado. Empecé con 24 o 25 años, y el Banco y yo fuimos creciendo juntos. Yo profesionalmente, y la entidad en importancia y cantidad de kilos de productos gestionados. También hemos vivido una crisis muy dura, en la que dejaron de llegar ayudas. Todo ha cambiado mucho. Cuando estábamos en un momento económico boyante, el Banco siempre trabajaba con el mismo tipo de colectivos. Ahora es diferente. A muchas familias les falta lo más básico. Antes se necesitaba vivienda, pero ahora hay muchos problemas, por ejemplo, para que los niños desayunen leche y galletas".

Cercanía a la realidad de los más necesitados. "Cuando hablamos de hambruna, piensas en el niño africano. Esa hambruna no existe en España. Lo que pasa es que la gente no tiene para cubrir esas necesidades básicas. Cuando estás en el paro, con 426 euros es imposible cubrir los gastos de la casa e ir a la compra. Por eso la gente adquiere las cosas justas. Y es verdad que a muchos padres no les llega para cubrir las necesidades de leche. Por eso existen comedores y se trabaja la alimentación de los niños. La apertura de los comedores escolares en verano es un proyecto muy bonito, pero se ha hecho aprisa y corriendo, sin presupuesto. La gente lo critica porque se estigmatiza a los niños, pero lo mismo que cuando aparecen en una lista los que tienen beca. Sería bueno que ese proyecto de conciliación familiar y laboral, de apertura de cuatro o cinco comedores de colegios, se alargue hasta el mes de agosto. El coste semanal son unos 13 euros, si no lo puedes pagar para eso debe haber becas".

Predicar con el ejemplo. "En mi casa me he vuelto muy dura en cuestiones como la lucha contra el despilfarro de alimentos. En el Banco tenemos un proyecto orientado a los menores, desde el área de sensibilización, liderado por el presidente y por mi. Los niños lo entienden todo. Mis hijos han nacido con el sello del Banco de Alimentos en la frente. Toda la familia se ha involucrado. María del Mar, con nueve años explica muy bien a sus compañeros donde trabaja su madre y viene conmigo a muchas campañas. Lo mismo hará Javier cuando sea mayor. Me parece muy importante educarles en esos valores desde pequeños".

La recuperación que no llega a la calle. "De macroeconomía entiendo muy poco, pero controlo la contabilidad de una fundación y veo lo que ocurre a mi alrededor. Esa recuperación económica no se refleja en la sociedad. Queda mucha gente que agota el paro y tiene que esperar una larga lista para recibir el salario social. De esto se sale con empleo, de otra manera, es imposible. Con 426 euros una familia no puede vivir. Creo que esto aún tardará un poco. Y hay que cambiar la mentalidad. La FAO calcula que si se recuperase un tercio de la comida que se desperdicia en Europa comería toda la humanidad. Sólo en las casas tiramos el 60 por ciento. Son esos yogures que nos quedan detrás de la nevera y que acaban en la basura. Por eso la recuperación de los excedentes en los supermercados es otra de las cuestiones en la que trabajamos intensamente".

"Los asturianos somos muy solidarios. El ejemplo lo tuve en noviembre, cuando organizamos la campaña de gran recogida de alimentos. Cuando me dieron los resultados empecé a llorar".

"Fue emocionante cuando nos dieron el 'Príncipe de Asturias' en 2012. Quiero ir siempre muy pegada a la sociedad. Llego al almacén y lo primero que hago es hablar con todos los voluntarios".