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Gaviotas: ruidos y más problemas

El barrio de Teatinos se suma a las quejas de los vecinos del centro ante la "auténtica plaga" de unas aves cuya presencia puede acarrear riesgos sanitarios

Las gaviotas siguen dando que hablar. Fueron numerosos los vecinos de la zona centro que días atrás manifestaron su malestar por la situación que vienen soportando, con molestos ruidos de las aves a horas intempestivas de la noche. Su reclamo: la contratación, por parte del Ayuntamiento, de un halconero que se encargue de expulsar a las gaviotas del cielo ovetense, como ya se hiciera el año pasado.

Ahora, la Asociación de Vecinos Paulino Vicente, de la zona de Campo de los Reyes y Teatinos, se suma a las movilizaciones contra lo que algunos consideran "una auténtica plaga". Recientemente, remitieron una denuncia al Ayuntamiento en la que solicitaban la retirada de un nido instalado en el tejado del portal número 21 de la calle Puerto de Pajares. Además de las quejas derivadas de los ruidos, los vecinos de Teatinos apuntan al deterioro que están sufriendo "inmuebles, vehículos, y otros bienes públicos y privados", debido al carácter "altamente corrosivo" que tienen los excrementos de estas aves palmípedas.

El problema con las gaviotas es de tal calibre que una de sus peleas derivó en "el destrozo de las persianas de uno de los vecinos del inmueble". El presidente de la asociación Paulino Vicente, Santiago Camporro, indicó que aún no han tenido respuesta a su demanda. "Nuestra principal preocupación, más allá de los ruidos, que no dejan de ser ensordecedores, es la cuestión sanitaria", explicó Camporro. "Están muy cerca de dos zonas verdes con parques infantiles, y el contacto de los niños con los excrementos es muy factible; coger una infección, o incluso una salmonelosis, es un momento", clamó el presidente.

"Como especie en expansión que son, lo normal es que tiendan a ocupar nuevos nichos ecológicos", explica Roberto Hartasánchez, ecologista y presidente del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS). Hartasánchez agrega que se trata de "una especie muy versátil, que dedica su vida a buscar comida, y si la encuentra, se queda".

Las quejas vecinales más sonadas fueron las de aquéllos que habitan las últimas plantas de edificios con cierta altura. Las gaviotas no bajan habitualmente a "picotear" al nivel del suelo, como sí hacen habitualmente en zonas costeras con terrazas cercanas al mar, sino que se dedican a sobrevolar las azoteas de las viviendas, donde anidan. "A pesar de que la comida sea el reclamo que mayor movilización de estas aves propicia, los edificios altos también son un importante motivo por el que acercarse a Oviedo: son un excelente refugio", asevera Hartasánchez.

"La actividad humana", en opinión del ecologista, es lo que termina por "generar este tipo de cosas". Por eso las posibles medidas de cara a solucionar el conflicto han evolucionado mucho, más allá de traer un cetrero con un ave de presa adiestrada.

En los últimos años, localidades costeras como Vigo o la zona de las islas Cíes, donde el problema es mucho más agudo, han optado por medidas alternativas. Un ejemplo: figuras de halcones que, a modo de espantapájaros, son situadas en las zonas de conflicto, como los muelles o las azoteas de los edificios; no obstante, su eficacia encuentra restricciones en el tiempo, ya que las aves terminan por perderles el miedo. Otras opciones son la reproducción de los sonidos de alerta que utilizan para comunicarse entre ellas es otra modalidad, así como la instalación de hilos de nylon imperceptibles a la vista con los que chocan al echar el vuelo, lo que termina por espantarlas.

A falta de mar, Roberto Hartasánchez se refiere a "los basureros" como foco sobre el que centrar las miradas ante el problema en la capital asturiana.

Por su parte, la empresa asturiana Cogersa, encargada del vertedero central de la región, dispone de un programa para el "control del acceso de aves 'oportunistas'". Consiste en un procedimiento que fusiona disparos al aire con el uso de halcones adiestrados. Según la propia empresa, han logrado disminuir la presencia de estos intrusos "en un 80 por ciento". Además, el hecho de que los residuos sólidos sean enterrados en el momento en que llegan al vertedero hace que el acceso de los pájaros al alimento se complique. Según señalan fuentes de la propia empresa, "resulta lógico que, si las gaviotas no pueden estar aquí, terminen marchándose a otro lado".

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