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Calatrava, una carrera de luces y sombras

La polémica por el riesgo de desprendimiento de la cubierta de "El Ágora", en la Ciudad de las Artes de Valencia, sitúa de nuevo al arquitecto en el punto de mira

El edificio "El Ágora", última pieza de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, obra del arquitecto Santiago Calatrava. FERNANDO BUSTAMANTE

Es uno de los arquitectos españoles más aplaudidos, pero también el más criticado y demandado. Santiago Calatrava, premio Príncipe de Asturias de las Artes, ha visto cómo la polémica envuelve de nuevo una de sus obras. Se trata del "El Ágora", la última pieza de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, que no se ha usado desde su construcción y cuya cubierta ahora corre peligro de desprendimiento. Su reforma podría costar diez millones de euros.

El propio arquitecto ha confirmado la posibilidad de este derrumbe, pero ha trasladado la culpa a la Generalitat, a la que acusa de haber acometido reparaciones sin su consentimiento desde que se paralizaron las obras en 2009. El origen de esta grave situación fue la concesión del uso del edificio a la empresa privada Avanqua, gestora también del Oceanográfico valenciano. Dicha empresa realizó un informe técnico y confirmó los desperfectos, de los que dio cuenta a la Consejería de Hacienda, que estudia ahora una "solución económica, sencilla y rápida".

La noticia ha salido a la luz pocos días después de que se confirmara que Calatrava recibirá el prestigioso galardón "10 years Award" por su edificio Turning Torso, de Malmö (Suecia). O de que cosechara un notable éxito su exposición de siete grandes esculturas a lo largo de la emblemática Park Avenue (Manhattan, Nueva York).

O sea, más luces y más sombras para el autor del Palacio de Congresos Ciudad de Oviedo, uno de los proyectos que lo llevó a los tribunales, donde fue condenado a pagar 2,96 millones de euros a la promotora del edificio por fallos en su construcción.

El arquitecto también fue imputado por cobrar 2,7 millones por el proyecto del Centro de Convenciones de Castellón, que nunca llegó a construirse, pero la causa se sobreseyó. La Generalitat Valenciana pensó en demandarle por las inundaciones y el desprendimiento de la cubierta del Palacio de las Artes, aunque no lo hizo. Sí le demandaron las Bodegas Domecq por un majestuoso edificio en La Rioja alavesa que sufrió goteras y desprendimientos. El coste de sus obras, como las realizadas en la Zona Cero de Nueva York, el puente de la Constitución de Venecia o el obelisco de la Plaza de Castilla de Madrid, han desencadenado críticas y hasta dimisiones en varios ayuntamientos.

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