El futuro de las Casas del Cuitu, uno de los principales activos inmobiliarios de la Corporación Masaveu y de los edificios de viviendas más bellos de Oviedo, es incierto. El inmueble permanece prácticamente vacío desde hace años, y sus dueños aseguran que "todo sigue igual" y que "no hay planes para la propiedad". "No está en venta" y "no hay ningún proyecto " para él, según Alicia Castro Masaveu, directora general de relaciones institucionales y comunicación de la Corporación Masaveu.

La portavoz del grupo Masaveu señala que el bloque es objeto de "reparaciones continuas" para garantizar su conservación y que en su día, hace ya más de diez años, se acometieron las obras de rehabilitación que ordenó el Ayuntamiento de Oviedo.

En 2002, la inmobiliaria Prusa (Propiedades Urbanas, S. A .), que después se dio en llamar Masaveu Inmobiliaria, adquirió el edificio al Banco Herrero por nueve millones de euros. Durante años mantuvo una batalla legal con el Ayuntamiento de Oviedo por la declaración de ruina, que fue solicitada por la propiedad en 2004 y que los inquilinos rechazaban.

El Ayuntamiento desestimó la petición y en 2007 notificó a Prusa que debía abonar 255.000 euros por las obras que los servicios municipales iban a acometer en el edificio, para subsanar diversos desperfectos.

Las Casas del Cuitu, que se levantan en los números 27 y 29 de la calle Uría, están catalogadas con una protección integral. Eso significa que cualquier actuación que se lleve a cabo en ellas está sujeta a la legislación vigente sobre patrimonio cultural del Principado, que establece que la declaración de ruina, que fue descartada en su día por los técnicos municipales, requiere que el bien presente un deterioro "físico irrecuperable" o que el coste de la reparación sea superior al 50 por ciento del valor de reposición del inmueble.

José Álvarez-Santullano, amigo de Policarpo Herrero y propietario de los terrenos en los que se levantan las Casas del Cuitu, emprendió los trámites para su construcción en el año 1913. Los planos fueron firmados por el maestro de obras Ulpiano Muñoz Zapata y las obras acabaron en 1917.