Hace poco, en un supermercado, una amiga vio cómo un chico le sacaba la cartera del bolso a una señora, sin que ésta se diera cuenta. Mi amiga llamó la atención al delincuente y, avisando al personal de seguridad de la tienda, consiguió que devolviera la cartera sustraída. Fue sorprendente que la señora a la que habían robado no quisiera poner denuncia alguna, pero más sorprendente fue que no dio las gracias. No pronunció "gracias por recuperar mi cartera", "gracias por evitar que me quede hoy sin dinero, por evitar que deba rehacer mi carnet y tarjetas"... ni "gracias por preocuparte por mí sin conocerme"... Sin pronunciar estas palabras, perdió una gran ocasión no sólo de mostrar una buena educación, sino de obtener otros grandes beneficios.

Alguien te atiende bien en un comercio, alguien te cede el paso, alguien te enseña cómo hacer una cosa o te ayuda en aquello que estás haciendo... Todas son ocasiones perfectas para decir "gracias", palabra cargada de sentimientos para quien la pronuncia y para quien la escucha.

La gratitud es una emoción social que nos conecta con otras personas y supone reconocer un gesto que han tenido con nosotros. Expresar agradecimiento requiere un compromiso mutuo entre "dar y tomar". Cuando das las gracias pones en valor lo que alguien ha hecho por ti y comprendes que tú también puedes llegar a hacer algo por esa persona.

Ser agradecido beneficia seriamente la salud. Un curioso estudio titulado "El corazón agradecido" refleja que una persona que cultiva emociones como apreciación y gratitud tiene un mejor funcionamiento del ritmo cardíaco y una reducción de la presión arterial. Además las personas agradecidas tienden a ser optimistas, lo que está a su vez relacionado con un mejor funcionamiento del sistema inmunológico. Para el doctor Robert Emmons profesor de la Universidad de California, la gratitud es "un amortiguador del estrés". Defiende que "la gente agradecida es menos propensa a experimentar envidia, enfado, resentimiento, arrepentimiento y otros estados que producen estrés".

La eliminación del estrés conlleva, a su vez, una mejora del sueño. Según una investigación hecha en 2011, decir gracias puede contribuir a que nuestras horas de sueño sean más reparadoras. Los investigadores descubrieron que las personas que pasaban 15 minutos anotando la lista de cosas por las que estaban agradecidas en un diario antes de acostarse, se dormían más rápido y durante más tiempo.

En cada momento del día tenemos la posibilidad de adoptar una actitud de gratitud y aprecio hacia aquello que nos rodea; más allá de lo material podemos sentirnos agradecidos por las relaciones con los demás, por disfrutar de un lugar especial, e incluso estar agradecido por haber tenido en nuestras vidas a personas importantes que ya no están con nosotros.

Las personas agradecidas tienden a ser más felices, la gratitud nos ayuda a destacar pequeñas y grandes cosas que hacen nuestra vida mejor.

Espero que la señora del supermercado haya leído este artículo porque así no dejará escapar la próxima oportunidad de dar las gracias a alguien.