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GUILLERMO GARCÍA CALVO | Director musical de "La Valquiria", que abre la XLVIII Temporada de Ópera, el próximo 10 de septiembre en el Campoamor

"Comparado con Wagner, cualquier otro compositor me resulta convencional"

"La crisis económica no trajo una crisis de creatividad porque los músicos son capaces de abstraerse y con las dificultades valoran más el momento"

García Calvo, en el patio de butacas del Campoamor. miki lópez

El madrileño Guillermo García Calvo se graduó en la Universidad de Música de Viena con una tesis sobre "Parsifal" y dirigiendo la obertura de "Tannhäuser" en la Sala Dorada de la Musikverein, el gran auditorio de la capital Austriaca. Wagner, dice, siempre ha sido decisivo en los momentos trascendentales de su vida y su profesión, y Viena es la ciudad en la que vive y que pone como ejemplo de familiaridad con la música y de amor hacia ella. El próximo 10 de septiembre, a las 19.00 horas en el teatro Campoamor, abrirá la XVL Temporada de Ópera de Oviedo, dirigiendo "La Valquiria", el segundo de los dramas líricos que conforman el grandioso ciclo wagneriano "El Anillo de los Nibelungos".

-¿Cuál es su recorrido con la obra de Wagner?

-Wagner siempre me ha acompañado en los momentos más importantes de mi vida. En Viena obtuve mi diploma dirigiendo la obertura de "Tannhäusser". Hice una tesis sobre "Parsifal" y cuando entré como asistente de Iván Fischer en Budapest fue dirigiendo el tercer acto de "La Valkiria". Mi primera producción como pianista en la Ópera de Viena fue "Parsifal" y mi debut operístico en España fue "Tristán e Isolda", precisamente en el Campoamor. En cada uno de los momentos en los que mi carrera ha avanzado ha sido gracias a la música de Wagner.

-¿Se ha especializado entonces en él? ¿Es un compositor con el que se identifica?

-Totalmente, con el que más me identifico, porque es un compositor de extremos, de máxima exigencia para todos, para la orquesta, los cantantes, el público... ; él es lo más contrario a lo convencional, rompió moldes en todos los aspectos, en la instrumentación, la manera de combinar palabra con música y por la ambición que tenía de crear la obra de arte total. Todo eso me fascina y me inspira continuamente. Comparado con Wagner cualquier otro compositor me resulta demasiado convencional. Él es uno de esos raros genios que aparecen cada muchos siglos y que cambian el mundo.

-Ha dicho que Wagner es exigente para los músicos pero también para el público.

-Requiere mucha concentración y preparación, y cada una de sus obras es como el proyecto de toda una vida. Eso es así para cualquiera que se relacione con su música. Un día uno puede detenerse a escuchar más la música, otro concentrarse en el libreto, otro en el simbolismo de cada personaje. Sus obras son inabarcables. Son obras que nunca dejan indiferente y que requieren ocuparse de ellas durante toda la vida, porque siempre se descubren cosas nuevas. Lo genial de Wagner es que esto sucede a todas las escalas. En un mundo tan tecnológico y digitalizado como el nuestro jamás volverá a aparecer una persona que, ella sola, vuelva a levantar un monumento intelectual tan grande.

-¿Wagner era consciente de la complejidad de su obra?

-Sí, Wagner era muy intelectual y de hecho tiene docenas de libros y ensayos que hoy en día no se conocen. Él se ocupaba muchísimo de la estética y la filosofía. Para él su misión como compositor era cambiar el concepto del teatro musical, por eso no llama óperas a sus obras sino dramas musicales. Y el colmo es "Parsifal", a la que él llama festival escénico sacro. Él creaba con cada obra un género nuevo.

-¿No es un compositor para no iniciados, entonces?

-Me parece ideal para no iniciados. Wagner es muy visceral y temperamental, toca lo más profundo de las emociones y esa es otra de las genialidades de Wagner: la combinación entre un intelecto tan elevado y una manera casi primaria de exponer las emociones, como en el caso del erotismo en el primer acto de "La Valkiria" o el amor de un padre a una hija en el tercero. Eso se siente a través de la música aunque uno no comprenda las palabras. Solo hay que venir abierto a recibirlo.

-¿Qué aportación puede hacer un director a una obra tan acabada y representada como "La Valquiria"?

-Yo no pienso en añadir nada cuando la dirijo sino en hacerla vivir, con el convencimiento de que estoy haciendo lo que quería Wagner. Otra de las genialidades de Wagner es que su música, a pesar de su complejidad, es un guión abierto, para los músicos, los escenógrafos y el resto de los que se relacionan con ella. Él era muy avanzado en ese sentido, le encantaba innovar y creo que estaría encantado de ver cómo su tetralogía se ha ido interpretando de formas tan distintas. En cada momento histórico hay una interpretación de la tetralogía distinta: se ha representado como crítica al capitalismo, a la historia de Alemania, se han hecho apuestas escénicas muy diferentes... Es una obra que durante muchos siglos va a ser el reflejo del propio momento histórico y eso es así porque habla de lo que pasa en cada momento, de emociones humanas ancestrales y atemporales.

-¿Percibe que la crisis económica se ha trasladado a la música? ¿Hay una crisis de creatividad?

-La cultura nunca tiene suficiente apoyo económico y estatal. Con la crisis nos han cancelado proyectos, eso es evidente, pero . nunca he percibido una crisis de creatividad. Los músicos son capaces de abstraerse y si hay dificultades valoran más el momento. Históricamente, en guerras y postguerras, la música ha desarrollado un papel importante. Al final de la II Guerra Mundial, la Ópera de Viena fue bombardeada por los americanos y en la postguerra austriaca no había dinero para nada. Se habló entonces de trasladar la Ópera a las afueras, a un hangar y los vieneses se opusieron. Aportaron dinero, hicieron manifestaciones, durante años estuvieron trabajando en la reconstrucción del edificio, el personal era voluntario, había albañiles que no cobraban nada. La gente sentía que la Ópera era suya. En Viena la gente está familiarizada con la música, forma parte de la ciudad, y va a la ópera como va al cine: hay entradas por dos euros para ver las óperas de pie.

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