Muchos recuerdan aún cómo era La Ería a principios de los 90, sus solares embarrados y las casas con huertas y animales en los corrales. Las chimeneas de las tejeras, una de las muchas industrias que se extinguieron en el municipio, ya no humeaban. En pocos años La Ería se ha transformado en un área absolutamente urbana, con modernos bloques de viviendas ordenados a lo largo de calles rectas y amplias. El parque del Oeste, el estadio de fútbol, la urbanización de Olivares y las conexiones viales que se derivaron de todo ello han resultado decisivas para el ordenamiento urbano de un barrio en el que ya es imposible encontrar el rastro de su pasado rural.

Siempre ha habido muchas expectativas puestas en el estadio de fútbol; con el ascenso a la Segunda División del Oviedo más aún. El nuevo Tartiere fue inaugurado oficialmente el 20 de septiembre de 2000 con un partido amistoso entre el Real Oviedo y el F. K. Partizan Belgrado. Hasta la temporada pasada fue escenario de más decepciones que alegrías. Desde la inauguración del campo, a pesar de todo, la transformación del barrio ha sido imparable y con los años ha ampliado sus dotaciones hasta tener colegio público, instituto, escuela infantil, centro social, centro de salud, plazas como la de Dolores Medio y áreas de esparcimiento como el parque del Oeste.

"La Ería es el final urbano de Oviedo y un mirador hacia Olivares y San Claudio", según Ramón del Fresno, el presidente de la Asociación de Vecinos del Cristo-Buenavista-Montecerrao, que extiende su radio de acción también a La Ería.

"El campo de fútbol benefició más a Olivares que a La Ería, por los viales nuevos que se construyeron", según Del Fresno. Olivares, convertida en una urbanización de chalés y pareados unifamiliares, dejó atrás su pasado "de lavanderas", en palabras de Del Fresno, y se convirtió en un cómodo lugar para establecerse con la familia y ver crecer a los niños. Su desarrollo en la década de los 90, coincidió con el "boom" urbanístico.

Ramón del Fresno considera que "lo que más ha beneficiado a La Ería y a Olivares han sido las conexiones". "Se acaba de ejecutar el vial que conecta el parque del Oeste y el club de tenis, está pendiente una fase de Favila hacia las piscinas y queda otra más al oeste", repasa el portavoz vecinal, que si algo echa de menos son "más dotaciones comerciales", que den cierta cohesión a la zona.

Uno de los mayores quebraderos de cabeza para La Ería fue el talud. Salvar el desnivel entre la parte alta y el solar que ahora ocupa el Carlos Tartiere y su aparcamiento fue un asunto de años. En 2005 el Ayuntamiento de Oviedo presentó un plan especial firmado por el arquitecto Salvador Pérez Arroyo. El proyecto incluía un edificio en forma de prisma, que estaría ocupado por pisos, y una zona con plazas como cráteres, subterráneas pero abiertas en el techo.

El talud fue objeto de sucesivos anuncios y proyectos, sin que ninguno de ellos llegara a cuajar. El de Pérez Arroyo tampoco prosperó y el corte del terreno acabó solventándose mucho más modestamente, con unos locales municipales que permanecieron algún tiempo cerrados a causa de las humedades y que en la actualidad acogen un centro de empresas, de titularidad municipal.