Tardó Iggy Pop en aparecer en escena. Los músicos probaban "micros" e instrumentos escondidos tras el cartelón del escenario. La medianoche se había instalado ya en La Ería, pero el personal aún tenía gas tras los conciertos de los grupos anteriores que participaron en el Faan Fest. Así que se intensificaban los silbidos y palmas reclamando a Iggy Pop, que no defraudaría. Es más, muchos de los asistentes se sorprendieron de la forma escénica y musical que aún mantiene este gran preboste del rock.

La salida ya fue cosa apasionante. El que tuvo retuvo, se comentaba. Aquello sonaba compacto, profesional, con canciones de leyenda a ratos y otras de una solidez enorme. Daba lo mismo que fuera un éxito que otra menos reconocible (aunque ésas son pocas, muy pocas). Y eso que el arsenal lo soltó a las primeras de cambio. De "No Fun" pasando por "Passenger" y "Lust for life". Un chorro de energía se había esparcido por la explanada del Tartiere. Aquello era imparable, con el personal disfrutando de manera apasionada y hasta con un punto de emoción. Eso sí, emoción rockera: entre saltos, cervezas y otros "elementos" de ayuda. Iggy Pop saludó. Dijo que le encantaba estar por aquí y prosiguió con coñas y algún taco "anglo". Y el concierto mantenía su rumbo, como un torbellino. Sonaban "1969", "Sister midnight", "Wild one". Iggy Pop sacudía sus manos hacia arriba, bailaba con su torso al aire para no perder comba. Esos movimientos tan identificativos suyos que van de un lado a otro del escenario, moviendo cuerpo y manos como si fuera una estatua viva, tirando del cable del "micro" para desesperación del ayudante, que se pasó media noche desenganchándolo. De cuando en cuando desaparecía del escenario, lanzándose cómplice al público; pedía coros y palmas?

A todo ello le respaldaba una sólida banda que mantenía el nervio rítmico. Tralla de principio a fin. Iggy Pop estaba en su salsa, había dejado certificado por qué es una mito del rock y que aún está para varias batallas más. En su despedida de la ciudad, tras descansar en camerinos, atendió, copa de vino en mano, a la gente que le esperaba para cazar un saludo. Ya había estado por aquí hace más de veinte años. Y a la vista del resultado sólo queda decir ¡hasta la próxima, Iggy Pop!