¿Qué hacer cuando aparece la adversidad amenazando nuestra vida? Sugeriré unos trucos, mañas o estrategias para salir a flote, guiado por la sagaz palabra de los poetas.

1) Convertir la adversidad en oportunidad. "Todos los dragones de nuestra vida quizá no sean más que princesas encantadas que esperan vernos hermosos y valientes. Todas las cosas aterradoras quizá no sean más que seres desvalidos que esperan nuestra ayuda" (Rilke). Conviene estimular una mirada que rebaje la tensión que puede atraparnos en esos momentos delicados; instilar una gotitas de esperanza, mirar la cara buena de los acontecimientos por más que parezca lo contrario. Y hacer de la necesidad virtud.

2) Plantar cara al infortunio y marcarle límites: "estrategia Mowgli". Parto del "Libro de las selvas vírgenes" (Kipling). Empieza por identificar y nombrar a tus enemigos (miedos, debilidades...). Míralos de frente y trázales la divisoria: les dejas subir a tu espalda, apostarse en tu vientre, pecho o garganta, pero a la vez diles (dite) con firmeza: "Has tenido tu ocasión y te he reconocido; ahora bájate de mi vida: continuaré solo mi camino. Volverás, pero seguiré sin ti". Es la "estrategia Mowgli". La pantera le sugirió el truco: "Ni siquiera yo puedo mirarte a los ojos". Y él descubrió "que si miraba fijamente a cualquier lobo, éste acababa bajando la vista". Mirar y poner dique al letal enemigo, el tigre Shere Khan.

3) Mirar adelante, hacia arriba. Es hora de imitar al grumete de "La isla del tesoro" (Stevenson). Al trepar por la jarcia y temiendo caerse, el capitán le grita la única manera de alcanzar lo alto del mástil sano y salvo: "¡Jim, mira hacia arriba!". Algo parecido sucede al levantar a un enfermo en la uvi: siente que las piernas le fallan, la cabeza le da vueltas, se arruga, mira al suelo..., pero entonces las enfermeras le alientan: "¡Mira para nosotras, hacia arriba, no al suelo!". Lo hace e inicia el primer y decisivo paso para superar su gran debilidad. Así también en otros reveses: la vida se vive mirando hacia adelante.

4) Cambiar el modo de afrontar la dificultad: "mirar con los ojos de las manos". Y ahora, un cuento. Érase una niña incapaz de superar el miedo a la oscuridad. Su tía, famosa por su valor, contó cómo lo venció. "Me enseñaron unos niños ciegos. Si no hubieran descubierto el secreto para no temer la oscuridad, estarían siempre asustados". ¿Cómo? "Cambiar de ojos: sus ojos son sus manos. Haz como ellos: si al ir a dormir algo te atemoriza, cierra los ojos, levántate y trata de ver con los ojos de tus manos lo que te da miedo y mañana me cuentas cómo es el miedo". Cuando volvió su miedo, cerró los ojos, abrió las manos, estiró los dedos y... ¡tocó la sombra misteriosa! A la mañana siguiente contó: "¡El miedo es blandito y suave...! ¡Era mi osito de peluche!".

Esas mañas no destierran la adversidad, es cierto. Pero tal vez ayuden a asumir la propia e inevitable vulnerabilidad, dificultad o dolor. Y a vivirla consciente y saludablemente. Esperanzadamente. Porque si no se espera lo inesperable, lo inesperable no acontece.