Permítannos plantear esta semana una ruta algo diferente a las que se vienen publicando habitualmente. En principio, la ruta que describiré a continuación es de un recorrido corto, siendo un tramo del antiquísimo "Camín de los Beyuscos", que era el utilizado por los habitantes de los pueblos de los Beyos para comunicarse entre sí y con León.

El tramo descrito es un tramo apto para personas que estén de andar por la montaña. No tiene ningún tipo de dificultad técnica, es prácticamente llano, con alguna pendiente. Sin embargo, existen dos tramos donde hay que pasar con cuidado, pero que se superan sin ningún tipo de dificultad. Casi todo el camino esta limpio y perfectamente transitable, aunque al principio hay algún que otro sitio donde la maleza dificulta algo el camino.

El motivo de publicar esta ruta es concienciar a la opinión pública de la importancia que tiene conservar el patrimonio viario de Asturias, ya que "un pueblo que olvida su pasado, sus raíces, no tiene futuro; es un pueblo seco". Y este camino es parte muy importante de nuestro pasado, en especial de las gentes del oriente astur en su camino a Castilla.

El camino de los Beyuscos era la vía de comunicación de los pueblos de la margen derecha del río Sella en los Beyos. Es un camino tallado en las paredes del desfiladero de los Beyos, un camino que con el paso del tiempo y la apertura de la carretera N-624 ha pasado al desuso. Actualmente, es utilizado por pastores y montañeros, pero es sin duda uno de los grandes patrimonios de la caminería asturiana. Las laderas de las por las que transita son tan empinadas que resulta difícil comprender el tipo de vida que debían llevar sus habitantes. Territorio agreste y complicado, no permite ningún tipo de cultivo. Solamente el pastoreo de los verdes prados que cuelgan entre las montañas de caliza ha permitido sobrevivir a estos pequeños pueblos escondidos en los rincones más solitarios de los Picos de Europa.

El desfiladero del Sella es mucho más escarpado que los otros desfiladeros célebres; Pierre-Lis y Saint-Georges en los Pirineos del Aude, el Fier en Saboya y la Vía Mala en los Grisones, la Chiffa en el Atlas, la Grieta de Kakhoueta en el Valle de Soule y la Calle del Infierno en el Lis, pueden solas dar, en muy pequeño, la imagen de la entalladura fantástica en que los ingenieros castellanos lograron hacer pasar una carretera.

La ruta propuesta empieza en la carretera N-625. Después de pasar el desvío para Amieva, a unos 600 metros nos encontramos, antes de una curva a la izquierda, una pista a la izquierda. Éste es el camino de entrada al caserío de Rañes. Ascendemos ligeramente por la pista, encontrándonos al poco tiempo con una columna de tendido eléctrico. Poco después se llega junto a Rañes, donde nos encontramos con una cuadra. Nada mas pasarla nos topamos con un camino a la derecha; hay una portilla de madera que da acceso a un prado. Debemos atravesar la portilla (ignorando el camino que tenemos enfrente, casi perpendicular al que traemos) para cruzar el prado hacia el sur, sin apenas perder altura, donde vemos en su parte alta otra cuadra.

Al final del prado vemos entre la maleza una pequeña abertura, por donde tenemos que ir. Atravesamos sin ningún problema la zona de zarzas que nos conducen a una zona boscosa, lugar donde nos encontramos el primer hito. El suelo es bastante pedregoso. Estamos en las estribaciones de la peña la Garza. Casi inmediatamente salimos a un claro donde nos encontramos con un canchal (Pandiella). Casi inmediatamente después nos encontramos con una especie de pasarela de madera pegada a la piedra, que es lo que queda del antiguo paso armado. Aunque parezca complicado, el paso es seguro y se atraviesa sin ningún tipo de dificultad. El camino continua tallado en la roca, saliendo del bosque y siendo el final de la zona con maleza y más difícil de caminar.

Después de salir de la canal, se abre ante nosotros la espectacularidad del desfiladero de los Beyos. Echando la vista atrás, tenemos una bonita vista de la localidad de Ceneya.

Es en este punto donde nos encontramos con unas estacas pintadas de amarillo. Como más tarde veremos, corresponden con los sitios donde se quieren colocar los apoyos de una línea eléctrica.

El camino va serpenteando por la ladera, siguiendo casi la curva de nivel, con ligeras subidas y bajadas. Según vamos avanzando en dirección sur, desaparecen de la vista la carretera y el río, aunque el murmullo de las aguas del río Sella nos acompañara durante todo el trayecto. Pasamos por una zona donde el muro de contención del camino se ha deshecho, pero que se pasa sin ningún tipo de dificultad y exenta de peligro, aunque tiene un tramo de unos seis metros en los que es necesario ayudarse con las manos.

Poco a poco avanzamos por un sitio que parece imposible de transitar, pero de fácil caminar y que, en muchos tramos, tiene una anchura de camino de carro, lo que atestigua la cantidad de armaduras bien conservadas que encontramos. Nos vamos encontrando los sitios donde se quieren construir los apoyos de la línea eléctrica, hasta que llegamos al punto mas elevado del camino, que coincide con el límite de los concejos de Amieva y Ponga y donde nos encontramos con una torre metálica en construcción.

Seguimos en descenso, hasta encontrar otra torre en construcción y desde donde tenemos una excelente vista del puente de Pombayón y la carretera de acceso a San Ignacio. Ya no queda más que continuar el cómodo el descenso hasta que damos vista a la carretera a la cual llegamos después de casi 2,4 kilómetros de recorrido.

Echando la vista atrás podemos imaginar cómo era la vida de las poblaciones de los pueblos de los Beyos hasta hace muy poco tiempo: los enormes esfuerzos que tuvieron que realizar para comunicarse entre ellos. Confiemos en que estos caminos no sean estropeados por construcciones metálicas, sino que sirvan de disfrute para los vecinos y visitantes de la zona.