Lola Mateos, María Dolores Mateos Dorado, profesora jubilada de Historia Moderna de la Universidad de Oviedo, activista de izquierdas en la transición, militante en el movimiento socialista y feminista, falleció ayer en Salamanca a los 72 años. Hoy, a las 11 de la mañana, en la iglesia del Sancti Spiritus de Salamanca, su ciudad natal y a la que había regresado tras su prejubilación, tendrá lugar un funeral en su memoria.

Mateos recaló en la Universidad de Oviedo en 1967 e inmediatamente se integró en los ambientes intelectuales de la región. Su carácter sociable y bohemio la hicieron muy popular entre la progresía local y su posicionamiento político y social hicieron que su presencia cobrara peso. Sus intereses eran de lo más variopinto. Frecuentaba los actos de Tribuna Ciudadana, formaba parte de Amigos de la Naturaleza Asturiana, asistía a los actos del Club Cultural del Partido Comunista y era afín a la Asociación Feminista de Asturias.

Mateos entró en la política de la mano de Arturo Gutiérrez de Terán y de Gerardo Fernández Bustillo. Con ellos se incorporó al DSA, Democracia Socialista Asturiana, con Pedro de Silva al frente. El arquitecto Gutiérrez de Terán evoca aquellos años en los que todos comenzaban en la política, allá por los 70 y con el dictador aún vivo. "Lola era una mujer prudente, aunque aparentaba frivolidad, y sus reflexiones casi siempre eran muy atinadas", comenta. La describe como una mujer "independiente", "que hacía fácil la conversación", "muy amiga de sus amigos, aunque selecta: conocía a todo el mundo pero confiaba a pocos su amistad".

"Siempre estaba animada y si no lo estaba prefería no enseñarse", revela su antiguo compañero de militancia, que añade un apunte entrañable e inesperado en una mujer que, según cuentan, nunca se mostró apegada a las convenciones familiares y se mantuvo soltera y sin hijos: "Se entendía muy bien con los niños, era muy amiga de los hijos de sus amigos. Para ellos era la tía Lola, y en las cabalgatas de Reyes su terraza siempre estaba llena de niños". Gutiérrez Terán lo sabe porque entre todos ellos estuvieron algún año que otro los suyos.

En 1976 el DSA se integró en el PSP, el Partido Socialista Popular, de Enrique Tierno Galván. Lola Mateos estuvo en la ejecutiva de la formación en Asturias y participó activamente en los movimientos en favor de la instauración de la democracia. Al año siguiente dejó el PSP y la política, aunque siempre se declaró votante de izquierdas y feminista.

Paloma Uría, que militó en el Movimiento Comunista y una de las fundadoras de la Asociación Feminista de Asturias, AFA, conocía a Mateos de los ambientes universitarios. "Era una mujer de actitudes y pensamiento feministas", señala la profesora de Literatura, ya jubilada. Solían coincidir en actos y reuniones políticas y era frecuente que compartieran "charla y unos vinos" en Casa Manolo o en El Paraguas, dos de los locales en los que por las noches no era raro encontrar a Lola Mateos en aquellos años de movilización política. El Picos y el Tigre Juan también estaban entre sus preferidos.

La noticia de la muerte de Lola Mateos corrió por todo Oviedo en la mañana de ayer. Resultó inesperada para sus amigos, algunos al tanto de sus problemas de salud pero sin tener idea de que su alcance. Tras jubilarse en el año 2009 Lola Mateos estableció su residencia en su Salamanca natal, donde vivía la mayor parte de su familia. La profesora tenía tres hermanos, uno ingeniero de Caminos, otro cirujano y un tercero licenciado en Derecho, casados y con hijos, a los que ella se sentía estrechamente unida. Desde su marcha el contacto con sus amigos en Oviedo se fue espaciando. Uno de ellos, el profesor de Literatura Española de la Universidad de Oviedo y director del Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII Álvaro Ruiz de la Peña, reconocía ser uno de los "sorprendidos" por un desenlace tan prematuro. De Lola Mateos contó que se incorporó "al Instituto Feijoo en 1973, casi desde su fundación. Conocía muy bien el siglo XVIII, sobre todo la primera mitad, la época de Campillo, Campomanes y Ensenada". Recordó que llegó a Oviedo desde la Universidad de Salamanca, con la aureola de prestigio que le otorgaba ser discípula del historiador Miguel Artola, con el que había comenzado su tesis doctoral. "Ella luego se dedicó más a la docencia que a la investigación. Tenía dotes de excelente comunicadora, de las que varias generaciones de alumnos han disfrutado", comentó Ruiz de la Peña. Era además, según añadió, "una persona de una gran generosidad, siempre dispuesta a ayudar a los investigadores".

A Lola Mateos también la conocía bien el catedrático de Historia de la Universidad de Oviedo Miguel Ángel de Blas Cortina. Él la describe como una mujer "llena de sentido del humor, inteligente y lógicamente muy escéptica, muy interesada en muchas cosas, muy abierta" y refiere que "frente a su apariencia bohemia y noctámbula, era muy trabajadora y sistemática, y estaba muy al tanto de todas las novedades en su especialidad académica". Coincide con el resto de los que la conocieron en que "era una mujer muy sociable, pero tenía claro quienes eran sus amigos"

El historiador habla de ella como una amante de las tertulias, del intercambio de ideas, de libros y películas. "Tenía una magnífica colección de películas y se sabía de memoria los repartos de muchas. Tenía la casa llena de libros y deuvedés, y la sección cinematográfica la tenía perfectamente ordenada por temas, con el apoyo bibliográfico correspondiente", cuenta.

En una de las últimas entrevistas que concedió a LA NUEVA ESPAÑA, con motivo de su jubilación, Lola Mateos se presentaba como "hija de la Ilustración del siglo XVIII" y expresaba su convencimiento de que "el progreso, la perfectibilidad del ser humano pasa por la educación en el sentido más amplio de la palabra". En Asturias, Lola Mateos dejó amigos muy queridos, algunos ya fallecidos. Entre ellos figurarán para siempre nombres como los de Juan Cueto y Rosa Fernández-Corugedo, Ramón Fernández-Rañada, Juan Benito Argüelles, Chus Quirós y Paloma Barros.