La sociedad gastronómica cuyos miembros dicen ser "la más antigua de Oviedo", "El Rinconín", cumple hoy 50 años de existencia. La idea surgió de un grupo de amigos, clientes de la sidrería El Marchica. Lo hicieron a imagen y semejanza de clubes similares en el País Vasco, de donde algunos procedían. En aquel momento, rememoran algunos de los socios más antiguos, solo había en Asturias unas pocas sociedades, como el Centro Asturiano, el Real Oviedo, el Grupo Covadonga o el Sporting. La legislación de aquellos años 60 obligó a la agrupación a ponerse los apellidos de "recreativa", "cultural" y "benéfica" y a realizar una inauguración a bombo y platillo con las autoridades civiles y militares. Incluso el entonces recién llegado párroco de San Juan el Real, Fernando Rubio, bendijo con toda solemnidad el primer local.

Algunos socios ilustres de ayer y de hoy son el primer alcalde de la democracia recobrada, Luis Riera Posada (que renunció cuando fue elegido), el fundador de Alimerka, Luis Noé Fernández, o los industriales Juan Herrero y Antonio Gómez. Además, en el libro de firmas dejaron su sello toreros, cantantes de ópera, el cocinero y propietario de Casa Fermín Luis Alberto Martínez, el cuarteto de cuerda "Kopelman" -que se trajo dos Stradivarius a una cena y los tocó- o jugadores de los años gloriosos del Real Oviedo en Primera, como el primero negro del Rinconín, Thompson, o los yugoslavos Jankovic y Jokanovic.

Cándido Fernández, el vicepresidente, declara que el gran reto que afronta ahora el club es "relanzar la sociedad, dándole más actividad y difusión. Aunque la gente es muy fiel, y tenemos socios de 90 años, ya no pueden participar tanto como antes y hay que realizar un relevo generacional". "La gente joven no tira por estas aficiones, pero en su momento 'El Rinconín' tuvo mucha fama", recuerda. Quieren recuperar ese sitio de encuentro alrededor de un plato y de una mesa, la cordialidad de la tertulia de la cena y la sobremesa que se ha perdido un poco en la sociedad de hoy en día. Presiden la cordialidad y el respeto y solamente hay dos temas que no suelen ponerse sobre la mesa: la religión y la política. Los miembros de la sociedad se enorgullecen, además, de haber subsistido siempre sin donaciones ni ninguna clase de subvención, con total transparencia.

En el local del club, que ocupa una planta entera en la zona centro, se reúnen para cenar todos los días los más de 50 socios que componen la sociedad. No lo hacen, sin embargo, todos a la vez, excepto en las grandes ocasiones. Cada día se reúne un grupo de socios distinto, entre ocho y diez personas. "Los lunes es la comida de los mayores, que empiezan a las ocho y media y a las nueve y media ya están todos en casa. Nosotros, los jóvenes, quedamos a las diez y media y con la sobremesa se alarga la sesión hasta la una de la madrugada", relata Fernández. Celebran, además, todos los festejos gastronómicos con su correspondiente menú: el Desarme, el Antroxu, la Ascensión, San Mateo...

Fernández aclara que en el club no se dedican exclusivamente a celebrar comidas. También charlan en tertulias, realizan catas, y se hermanan con otras sociedades gastronómicas del país, además de cocinar ellos mismos. "Intentamos llevar la asturianía por España, sobre todo la fabada y los platos con sidra, como la merluza. Por el cachopo nos preguntan poco", reconoce Fernández.

A lo largo de sus 50 años de existencia, "El Rinconín" ha acumulado muchísimas recetas. La del cachopo, reproducida en estas páginas, ha alcanzado muchísima difusión debido a que la Wikipedia enlaza a ella. Fernández prefiere destacar las recetas de pescados y guisos de la sociedad, como el rodaballo, y considera que la reciente popularidad del cachopo es "un poco de moda", aunque es algo que le parece "muy bien" ya que anima la actividad de la hostelería.

El vicepresidente de "El Rinconín" asegura conocer el origen de la célebre receta de carne empanada a través de Manuel Busto, el "cocinero oficial" del club. "El cachopo empezó a hacerse en La Gruta en los años 70, Manuel estaba allí de pinche. Había un cocinero que cogió las tapas de la carne, que eran lo peor, y las rellenó con restos de guisos, las empanó y las frió. Al coger la humedad el relleno, lo que hace es enriquecer la tapa. Luego el cachopo se diversificó y lo hay de todo tipo, pero la estrella es el de jamón y queso", refiere Fernández.