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A estudiar a distancia por falta de ascensor

Patricia Alonso, con parálisis cerebral, hace Psicología en la UNED porque su silla "no cabe" en el elevador de la Facultad

Patricia Alonso Álvarez posa sonriente con su padre, Juan Alonso Moro, que sostiene la orla de la joven. LUISMA MURIAS

Patricia Alonso Álvarez se matriculó en Psicología después de terminar la carrera de Relaciones Laborales y Recursos Humanos en la Universidad de Oviedo. A sus 23 años aspira a formarse lo mejor posible para tener un trabajo estable como asalariada o como su propia jefa. Aún no lo tiene claro. Lo que sí sabe es que nada se le pone por delante. Ni un escalón, ni un ascensor demasiado pequeño. Esto último fue lo que se encontró hace unos meses en la facultad de la plaza Feijoo para hablar con su tutor de tesis sobre el trabajo de fin de grado y la posibilidad de empezar allí otra licenciatura. No pasó de la planta baja porque su silla de ruedas motorizada no cabía en el elevador. "Dimos la tutoría en el comedor y meses más tarde decidí inscribirme en Psicología por la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) para salvar barreras". Patricia tiene parálisis cerebral por un problema en el parto. Es hija única y vive con sus padres en un piso adaptado entre Pumarín y El Milán.

Su habitación es el fiel reflejo de una chica de veintitantos, estudiosa y ordenada. Las orlas, que comparten pared con una foto de Bustamante, cuentan por sí mismas el periplo educativo de la joven. Fue al colegio Veneranda Manzano hasta sexto de Primaria, hizo la ESO en el Santo Ángel y estudió Bachillerato en La Ería. "Saqué curso por curso y nunca tuve problemas con los profesores o los compañeros". Patricia habla con cierta dificultad debido a su dolencia, pero el interlocutor entiende perfectamente su discurso, gracias, -explica ella- a sus periódicas visitas a un logopeda.

Su padre, Juan Alonso Moro, la mira orgulloso y descuelga la última orla de la joven, la más importante, la de la Universidad. "Ella me dice continuamente que no ha hecho nada del otro mundo, que mucha gente ha terminado una carrera o dos. Pero yo le digo que no. Yo mismo no tengo ninguna licenciatura. Tiene que darse cuenta de su valía".

Patricia acabó la educación obligatoria y el Instituto sin apoyo extra dentro de las aulas. "En Primaria me dieron unas horas aparte para enseñarme a usar el ordenador, pero nada más". Esta estudiante de Psicología escribe a mano y en el teclado algo más despacio que la media -"tardo bastante en escribir un folio, pero lo hago"- y se apaña perfectamente para mantener el contacto con sus amigos por Whatsapp pese a sus dificultades psicomotrices. Ya en la facultad, a la que llegó tras asesorarse en la Oficina de Ayuda y Apoyo al Estudiante con Necesidades Específicas (Oneo), contó con la ayuda de dos becarias que le acompañaban en sus quehaceres diarios; Amada González y Ana Martínez. "Las pagaba la Universidad de Oviedo, y las elegía yo".

Es muy difícil que esta joven pierda la sonrisa, Ni siquiera cuando explica el episodio de su silla de ruedas y el ascensor de la facultad de Psicología y termina reflexionando sobre el mundo que le rodea. "La sociedad es contradictoria porque a veces me sobreprotege y otras me pone barreras, aunque sea de forma inconsciente".

Al oírla, su padre recalca que Patricia sólo tiene dificultades de movimiento "pero su inteligencia está intacta". Cualquiera se da cuenta de que es cierto en cuanto cruza un par de palabras con ella. Sin embargo, no todo el mundo la trata de igual a igual. Esto ha hecho que no haya sido fácil para su familia encontrar un cuidador doméstico. "Se vale por sí misma. Hay que ayudarla en situaciones muy puntuales en la vivienda", aclara Juan, que pone un ejemplo muy claro para ilustrar el descontento de su hija: "Si alguien llega y te dice que te va a cortar las uñas, lo normal es que le digas que no, y no insista más, pero con ella se lanzan a hacerlo". Algo parecido le pasó a la universitaria a la hora de conseguir un entrenador personal. "Voy tres días a la semana al gimnasio con un instructor que me costó mucho encontrar para que cumpliera mis expectativas. Puse anuncios, busqué en Internet...".

Y es que no todo son estudios en la vida de Patricia. Música, cine, amigos y viajes arrancan las mejores sonrisas de la joven, a la que le espera un premio familiar de fin de carrera. "Intentaremos ir a Nueva York en primavera porque a ella siempre le ha llamado la atención y creemos que conocer otras culturas es muy beneficioso para ella, a la que también llevamos a Marruecos hace un tiempo", cuenta su padre.

Patricia asiente, pero termina diciendo que "para vivir, me quedo con Oviedo".

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