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Con nombre propio | Alfonso Aguirre Zorroza | Actor, interpreta a Mateín

Mateín, el paisano

Alfonso Aguirre tomó el relevo de Ceferino Cancio en la representación del personaje más popular de las fiestas

Mateín, el paisano

Los actores no hacen más, ni menos, que meterse en la piel de otro, convertirse en otra persona e intentar que el público se sienta más o menos identificado. En sus interpretaciones aspiran a lo universal para llegar a lo personal, clavan los paradigmas sin que se note mucho para que cada espectador sentado en el patio de butacas piense que están hablando de él o de algún conocido. Es el arte del teatro. Lo lleva haciendo durante décadas Alfonso Aguirre Zorroza. Muchos ovetenses no conocerán para nada a la persona, pero sí al personaje en que se convierte cada mes de septiembre, Mateín, ese aldeano que llega a las fiestas de la capital el día del pregón y no se va hasta que cierra el último chiringuito.

Aguirre tuvo que enfrentarse al reto de suceder a Ceferino Cancio. En una entrevista en LA NUEVA ESPAÑA, Gabino de Lorenzo respondía a la pregunta de qué había sido de Mateín, aquel entrañable personaje, y con su coña habitual decía que Caunedo ya se estaba probando el traje pero que le costaba un poco encaramarse a las madreñas. Al año siguiente, Alfonso Aguirre se ponía la boina, cogía el paraguas y llegaba en "haiga" a la plaza del Ayuntamiento para asistir al pregón.

Aguirre lleva toda la vida en el teatro, en el grupo "Margen". Le entró el "bicho" de la escena cuando de la mano de Javier Villanueva se metió de lleno en el Teatro Universitario. Tanto le gustó, que los estudios de Historia quedaron a un lado. Fue Villanueva el que le comentó que en "Margen" estaban buscando a alguien y allá que se fue con Cancio y compañía. Y allí sigue.

En un grupo de teatro como "Margen" hay que hacer de todo. Se puede ser un gran actor pero también hay que saber cambiar un foco, así que poco a poco Alfonso Aguirre se fue especializando en producción. Hizo muchos papeles tanto en teatro como en cortometrajes mientras colaboraba con el Ayuntamiento en la Fundación Municipal de Cultura. Siempre ha estado dispuesto a colaborar con su ciudad, y con todo aquel que necesite que le echen un cable.

En realidad se podría decir que Aguirre es Mateín en sí mismo. Un mes antes de que llegue San Mateo comienza a dejarse bigote para la caracterización y poco a poco se va aclimatando al ambiente festivo, aunque no llega a los límites de Cancio que tenía un sofá en las oficinas de la Sociedad Ovetense de Festejos (SOF) para echar alguna cabezada. Cancio salía día y noche vestido de Mateín, recorría cada esquina de San Mateo. Ahora las fiestas ya no son iguales y Aguirre se reserva un poco más. Quizás porque muchos de los que le ven por las calles no saben siquiera que se trata de un personaje, un símbolo de las fiestas de Oviedo.

No es de la aldea pero sí un paisano asturiano. Se crió en el "Oviedín del alma", en la calle General Zuvillaga, y quizás la cercanía de los cines Brooklyn ya le inoculó lo del artisteo. Ser de Oviedo de toda la vida también le define, le marca ese sentido del humor tan coñón y sarcástico de los ovetenses. Pero no es el ovetense estirado del centro sino que, como contrapeso, fue forjando una personalidad más abierta, más de contacto directo con la calle. Ama a Oviedo tanto que la recorre a pie. No tiene coche ni lo quiere porque lo que le gusta es caminar por su ciudad y encontrarse a gente, entrar en un bar y tomar un vino viendo el partido del Oviedo o del Madrid, de los que es seguidor pero no forofo.

Ahora pasea desde Villafría, el barrio en el que vive con su esposa y su hijo casi adolescente . Trabaja, por poco tiempo ya que el contrato finaliza en breve, como animador sociocultural para el Ayuntamiento.

Un hombre tremendamente social que nunca se niega a la tertulia ni a la charla, ya sea de fútbol o de cuestiones culturales. Si se tercia no duda en ponerse a cantar, lo hace bien. Tiene oído fino y sus querencias musicales abarcan desde la zarzuela a cualquier grupo actual. Tira por lo tradicional. Siempre le ha gustado fijarse en los clásicos porque en ellos está la base de todo, especialmente en el mundo de la cultura, y ahondando más, en el teatro, donde sin los clásicos no se puede entender nada ni forjar vanguardia.

Quizá cante también mientras cocina. Le gusta comer, pero también le gusta cocinar. La cocina es una de sus pasiones y siempre tiene alguna receta, alguna caxigalina que comentar con los amigos. Un paisano de toda la vida que ha consagrado su vida al teatro porque no se entiende a sí mismo de otra forma. Que ha luchado siempre por mantener vivo el espectáculo y que se lo ha currado. Que es tan humilde como Mateín y que pese a los años sigue descubriendo el mundo en una ciudad como Oviedo.

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