Las obras de rehabilitación de uno de los edificios históricos de la calle Uría sacaron ayer a la luz una parte del pasado más triste de una ciudad: la guerra. A primera hora de la mañana, cuando uno de los obreros estaba picando una de las paredes del interior del inmueble, se encontró un artefacto explosivo. En ese momento, intuyendo de lo que se trataba, se asustó bastante. Más tarde, los Técnicos en Desactivación de Artefactos Explosivos (Tedax) del Cuerpo Nacional de Policía desplazados al lugar le explicaron que se trataba de una granada antiaérea que alguien debió esconder en la pared, porque nunca había sido usada.

El edificio en el que apareció este artefacto explosivo de la guerra hace esquina entre Milicias Nacionales y está siendo rehabilitado para construir pisos de lujo. Los responsables de la obra llamaron enseguida a la centralita del 091 de la Policía Nacional para dar cuenta del suceso. Los agentes tranquilizaron a los operarios y retiraron con sumo cuidado el artefacto, que tiene un grado de acción efectivo de 8 a 10 metros, aunque su alcance llega a una distancia de entre 30 y 50 metros. El procedimiento habitual es retirar el artefacto y llevarlo a un polvorín en el cuartel de Buenavista. Cada cierto tiempo, la unidad especializada en este tipo de artefactos se desplaza después al campo de maniobras del acuartelamiento militar de Cabo Noval para hacerlos explotar.

A pesar de la sorpresa de los operarios, el hallazgo de artefactos explosivos de la Guerra Civil es más común de lo que se pueda pensar en Oviedo y sus alrededores. Fuentes policiales aseguraron a este periódico que tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil retiran al año en el municipio entre quince y veinte artefactos explosivos. La mayor parte de los objetos localizados son granadas, aunque también han aparecido obuses.

Por ejemplo, en marzo del año pasado los Tedax tuvieron que hacerse cargo de un obús de la Guerra Civil aparecido durante las obras del Colegio Mayor América. En esta ocasión también fueron los operarios que trabajaban en las canalizaciones de la luz y el gas los que encontraron el explosivo. En noviembre de 2013 la Policía también recogió un obús de la guerra en Olivares, una granada en la calle Mayorazu y otras tres en un sótano de Ciudad Naranco. El mayor hallazgo de explosivos de la guerra registrado hasta la fecha fue el cementerio de mil obuses localizado en Trubia en el año 1997 durante las obras para construir del paso a nivel de La Molina.