El concejal de Economía fue comprensivo y estuvo elegante cuando no entró al trapo de quien le acusaba de haberle robado la idea de las letras de la plaza del Carbayón. El médico economizó un cabreo y se lo evitó al ciudadano, desahogado este al menos tras cantar al alto la lleva su versión del "robo". Tampoco es que fuera una idea de Nobel, ahí están las de Gijón, pero, qué cosas, lo más simple a veces es lo que más triunfa. Y para el desarme, deconstruido o no, las letras azules volverán a llevar apellido. De San Mateo, a eso, al Desarme.