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Una radiografía del tripartito

Las sesiones plenarias muestran la frágil salud del gobierno local y la estrategia de la oposición

"Se entrena como se juega". Esto es lo que dicen los futboleros cuando toca tirar del diccionario de tópicos. Una afirmación que llevándola a la política de peña escala, la municipal, podría plasmarse en que los plenos son los partidos del domingo y todo lo que ocurre entre uno y otro, esforzados entrenamientos en los que los grupos políticos trabajan las estrategias, afinan sus líneas de ataque y defensa y disfrutan de relajantes sesiones de baño y masaje. Si para algo dejó el Pleno de esta semana -el del escrache de los trabajadores de La Auxiliar de Recaudación a los líderes del tripartito- es una radiografía de lo que es el tripartito y la Corporación tras más de cien días del "gobierno del cambio".

Los tiempos del Alcalde. La polémica con los trabajadores del servicio de Recaudación ha sacado a relucir el carácter firme -a veces rayando el inmovilismo, le afean sus críticos- de Wenceslao López. El regidor y su equipo hace días que han asumido que la remunicipalización de la recaudación de los tributos locales tendrá que esperar ya que no da tiempo a cambiar el paso, por lo que la prórroga del contrato con La Auxiliar parece inevitable. Por eso IU, que se ha puesto al lado de los trabajadores, esperaba que en el Pleno López hiciera un guiño y al menos dejara caer que La Auxiliar seguirá. Pero convencido de que el salón de plenos no era el lugar para hacerlo y a la espera de un informe de los técnicos que respalde la decisión política de la prórroga, López no lo hizo. Prefirió aguantar el escrache de la plantilla y dirección de La Auxiliar y asumir el mosqueo del más pequeño -IU- de sus socios de gobierno.

Somos: un cuerpo, dos cabezas. Con el paso de las semanas, el reparto de las tareas, más allá de los apellidos de los cargos, en el seno de la marca local de Podemos es clara. Siguiendo la filosofía del "poli bueno, poli malo", Ana Taboada se queda como la cara amable de la formación (participación ciudadana, vecinos...) y Rubén Rosón como el del colmillo retorcido (ariete contra el PP, el pepito grillo que no deja de recordar siempre que puede a Agustín Iglesias Caunedo su supuesta implicación en la trama del agua...). En clave electoral, también queda patente los planes de los podemistas en Oviedo: devorar a IU.

Las dos caras de IU y la sucesión. La coalición mantiene una lucha consigo misma desde el inicio de la andadura del tripartito. Por un lado, no quiere acabar diluida en el tripartito, por lo que trata de mantener su postura política aunque vaya en contra de los intereses del gobierno local. Por otro, como miembro del gobierno, sus responsables saben que cualquier movimiento que ponga sobre la mesa los desencuentros del tripartito también les desgasta a ellos. Todo ello en medio del trabajo que la coalición está llevando a cabo para preparar, a la larga, la sucesión de Roberto Sánchez Ramos, "Rivi". El edil más veterano de la coalición ya ha dado un paso atrás en los plenos cediendo el protagonismo a sus dos compañeros (Cristina Pontón e Iván Álvarez) para que se vayan fogueando.

Y a pesar de todo, síntomas de unidad. Lejos parecen ya los tiempos en los que cada miembro del frente de izquierdas parecía ir por su lado. Ahí está como en el primer Pleno del mandato -el de los sueldos- IU rompió la disciplina de voto para alinearse con el PP y Ciudadanos frente a socialistas y podemistas. En el pleno del martes, había dos temas sobre la mesa en los que las fisuras de la izquierda podían quedar de nuevo al descubierto. El primero, el del reglamento de los distritos. Somos quería "meter mano" al texto que se había aprobado por unanimidad en el anterior mandato. Fundamentalmente, los cambios de la marca blanca de Podemos afectaban al pequeño comercio. IU no estaba por la labor de apoyarlos, y Somos dio marcha atrás aceptando a regañadientes asumir una herencia del PP. Por contra, IU -presentándolo como un guiño de complicidad hacia el Alcalde- apoyó rechazar la prórroga del contrato de La Auxiliar de Recaudación que solicitaba la derecha a pesar de que la coalición se ha puesto del lado de la plantilla. Prueba de ello es que los mensajes estampados en las camisetas-protesta que ciñen los cuerpos de los 42 trabajadores y sus familias se "acuerdan" del Alcalde y de Rosón, pero de los comunistas ni letra.

Caunedo, en modo "mariano". A todas estas, el PP se ha sentado a ver los toros desde el tendido.Recuperándose del shock que supuso perder la Alcaldía tras 24 años de "ordeno y mando", los populares ovetenses han hecho suya la estrategia del líder Mariano Rajoy cuando el pontevedrés ejercía como opositor a Zapatero: moverse lo menos posible esperando al hecho biológico de las urnas. Y es que los conservadores ovetenses tienen un ojo puesto en las generales del 20 de diciembre. Muchos están convencidos de que los primeros meses de gobierno del tripartito acabarán por disparar los votos del PP ya que confían en que las papeletas foristas vuelvan a la casa madre -no lo hicieron en las locales de mayo- y que el elector "de siempre" que se abstuvo por lo que sucedía en Madrid recupere el ánimo ante la política del frente de izquierdas. Al mismo tiempo, los populares le han cogido gusto a eso de enfundarse camisetas con mensaje a lo 15-M, sentirse cómodos detrás de una pancarta rodeados de gentes peleando por sus derechos y no ver con malos ojos escraches a los que ahora mandan.

Ciudadanos, en busca de su momento de gloria. Los dos concejales del partido de Albert Rivera en la ciudad se quedaron cortos para ser decisivos. Sólo contarían en caso de abstención de IU. Por eso han encontrado en los plenos la mejor forma de dejarse ver. La táctica pasa por repartir a izquierda y derecha. Al tripartito, por sus cambios de criterio en más de un tema. Al Partido Popular, por algunos de los "marrones" que dejó encima de la mesa.

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