Quería conocer de primera mano la tragedia de los refugiados, viajó a uno de los puntos calientes del Mediterráneo y allí captó de un solo golpe de vista lo que imaginaba pero nunca había visto: una mujer amamantando a su bebé y, al lado, un cadáver envuelto en una manta azul. La cara y la cruz, la muerte y la vida se dan la mano en Mitilene, capital de la isla griega de Lesbos, uno de los "puentes" que los sirios, iraquíes y afganos que huyen del horror de sus países usan para llegar a Europa, a través de la cercana Turquía.

"Es la imagen que más me ha impresionado hasta el momento", relató en la tarde de ayer a este periódico la ovetense Belén Suárez Prieto, quien se desplazó a la isla del mar Egeo el pasado viernes. El objetivo de este viaje, en el que ha invertido los días de vacaciones que le quedaban, se centra en permanecer en Lesbos cerca de una semana y tocar con sus propias manos el drama de quienes han dejado lo poco que tenían y han arriesgado sus vidas en busca de un futuro mejor, o simplemente, de un futuro.

"Me imaginaba que iba a ser duro, pero esto impacta. Ya lo sabes, y lo has visto en televisión, pero impresiona ver a cientos y cientos de personas en una situación muy precaria y deambulando por la calle", explica la creadora de "Los desayunos de Paraíso", una iniciativa solidaria con la que alimenta de forma gratuita a escolares ovetenses en situación de penuria. Una iniciativa que la ha llevado a plantear en las redes sociales alguna acción dirigida a los refugiados y que ha obtenido un eco más que notable que la anima a ir explorando la posibilidad de convertir Oviedo en una "ciudad-refugio".

Por eso quería ver en directo lo que sólo conocía a través de intermediarios. Por eso Mitilene.

"Estoy viendo un pinar con unas mesas de pic-nic y unos columpios, y familias de refugiados por todas partes", indica Belén Suárez Prieto vía telefónica. "Están esperando a conseguir un billete para saltar al continente", agrega. Un factor que le sorprende es la capacidad del ser humano para buscar la normalidad en medio de la devastación: "Ves mujeres lavando la ropa, ropa tendida, niños jugando, parejas paseando de la mano...".

En definitiva, Lesbos es, a juicio de esta filóloga y activista ovetense, una "isla-refugio", pero a la vez una suerte de "cárcel" benigna para unos seres humanos que lo único que reclaman a la vida son unas condiciones mínimas con las que ensayar la felicidad.