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La calle Magdalena suplica blindaje

Los comerciantes y vecinos de la vía que une la plaza del Ayuntamiento con el Campillín piden más Policía al estar cansados de "amenazas diarias y reyertas"

"Yo iré a la cárcel, pero tú vas al cementerio". Esta es una de las amenazas que los vecinos y comerciantes de la calle Magdalena aseguran sufrir a diario, sin importar si luce el sol o es noche cerrada, por parte de los que ellos llaman "habituales de la zona". La mayor parte de estas personas depende de los Servicios Sociales del Principado y del Ayuntamiento y practica la mendicidad sin molestar a nadie, de forma pacífica. Sin embargo, "hay un pequeño grupo violento que ha hecho de la calle su casa, su baño, su rincón del amor y su corralito". Ninguno de los denunciantes quiere revelar su identidad por miedo a represalias, "que aquí nos conocen y por menos de esto nos rajan la cara o nos rompen el escaparate", y todos coinciden en preservar su anonimato y "suplicar", más que reclamar, una mayor presencia policial para evitar situaciones violentas.

Magdalena conecta la plaza del Ayuntamiento con el Campillín al desembocar en Marqués de Gastañaga. Es una de las pocas calles del Antiguo que mantiene un comercio heterogéneo -no sólo a base de bares y restaurantes- y su trazado está marcado profundamente por la singularidad de sus edificios (protegidos por el municipio al formar parte del casco histórico). Pero, para los comerciantes, esto es un contrasentido. Lo explica el propietario de una tienda de ropa que hace poco intentó cambiar el color de su fachada para hacer el local más atractivo: "No obtuve permiso para hacerlo porque me dijeron que tenía que respetar el tono original del edificio y por tanto no alterar la esencia de la calle. Me parece muy bien, pero ¿acaso no alteran la esencia de las calle las amenazas diarias y las reyertas?".

La Policía Local asegura que la causa por la que la calle Magdalena se ha convertido en uno de los lugares preferidos de algunas personas conflictivas sin techo es que forma parte del eje Cocina Económica-Campillín. Los agentes acuden cada vez que reciben las llamadas de socorro de los vecinos o de los transeúntes, pero intervienen únicamente si se ha violado la ley. "Es muy complicado demostrar que te han deseado la muerte o que alguien está cometiendo escándalo público si en cuanto llega la Policía se tapa con la ropa o se baja la falda", comenta la dueña de una tienda.

El diseño de algunos inmuebles tampoco ayuda. El mejor ejemplo es el patio que une Magdalena con Marqués de Gastañaga, justo al lado de una pensión, y que sirve de refugio nocturno "a gente que trapichea con droga, móviles robados y hasta metadona", cuenta un vecino, harto de "tener ojos en la espalda".

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