"Habría que desterrar de todos los vocabularios la frase: 'Ya no soy capaz'", sentenció ayer el periodista Ramón Sánchez-Ocaña, durante su intervención en el coloquio "Momentos de la enfermedad humana", celebrado en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. El director del célebre programa televisivo "Más vale prevenir" quiso rematar así una positiva visión del envejecimiento, en la que hizo hincapié en que el paso de los años no debe mermar la actividad intelectual. "El cerebro es una batería que se desgasta si no se utiliza", advirtió el divulgador científico.

La charla-coloquio fue organizada por la Escuela de Salud del Centro Médico, con motivo de las 25 sesiones dirigidas al público general que lleva desarrolladas desde su puesta en marcha. Presentaron el acto -que concitó un nutrido aforo- los dos artífices de esta iniciativa impulsada por el hospital privado ovetense: el médico internista Ángel Álvarez y la periodista Carmen Casal, directora de Editorial Medicina Asturiana. El doctor Álvarez empleó como pórtico de la mesa redonda el poema "Iba yo por un camino", de Nicolás Guillén. Casal presentó a los ponentes.

La charla de Ramón Sánchez-Ocaña versó sobre la "prevención", primera estampa de un tríptico existencial que también mostró la "enfermedad" -con la ponencia de Pablo Álvarez, redactor de sanidad de LA NUEVA ESPAÑA- y concluyó con la "aceptación", en una disertación a cargo de Ángel Jiménez Lacave, jubilado de la jefatura del servicio de oncología médica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

Lacave centró su charla en una visión teológica de la enfermedad en la que trató de ser más descriptivo -basándose en experiencias suyas y de sus pacientes- que apologético. "La gran pregunta que se hace el enfermo ante una situación grave es: ¿Por qué Dios permite esto? Es la expresión verbal del misterio del sufrimiento", indicó el oncólogo. El exjefe de servicio del HUCA señaló que entre las enfermeras de su especialidad prolifera la opinión de que "el enfermo oncológico es el más agradecido". Observación que le llevó a deducir que "el sufrimiento humaniza".

El doctor Lacave hizo énfasis en el papel de la familia del enfermo -"a veces es el elemento que le sostiene"- y realizó dos afirmaciones contundentes. La primera: "Nunca he visto milagros". Y la segunda: "He presenciado conversiones religiosas impresionantes". Ya en el turno de preguntas del público, el oncólogo señaló que los cuidados paliativos constituyen una disciplina "que llena mucho a los profesionales que tienen vocación para ella".

Pablo Álvarez puso de relieve que "las mayores lecciones que me ha dado el periodismo se derivan del afán de superación de tantas personas ante la adversidad". Y agregó: "Un buen reportaje sobre una historia así genera un enorme enriquecimiento. De esas conversaciones sales a menudo muy impactado, y difundirlas da un profundo sentido a tu profesión". Sobre su experiencia profesional, el periodista y autor del libro "Coraje frente al cáncer" indicó: "He aprendido que, ante la contrariedad, la capacidad del ser humano no sólo es enorme, sino mucho mayor de lo que las propias personas pensamos".

Ramón Sánchez-Ocaña, en amenas pinceladas de una antropología optimista, abogó por "pensar en lo que se tiene, y no en lo que nos falta", por modificar el conocido refrán y convertirlo en "piensa bien y acertarás", por "sacar partido a las cosas pequeñas" y por "no medicalizarlo todo". El divulgador centró su receta para un envejecimiento saludable en el ejercicio cerebral, y en el polo opuesto de la existencia destacó "la velocidad con la que madura un niño enfermo". Como colofón a su disertación, ironizó señalando que "la salud es un estado transitorio que no augura nada bueno".