La psicóloga Desireé Ruiz Aranda es autora de una tesis doctoral sobre la inteligencia emocional y el consumo de drogas en adolescentes. Investigadora y profesora en Universidad Loyola Andalucía, ha intervenido en Oviedo en las XVII Jornadas Municipio y Drogodependencias.
-¿Relación entre inteligencia emocional y drogas?
-Las investigaciones demuestran que las personas con alta inteligencia emocional tienen menos probabilidades de caer en ciertos consumos. La inteligencia emocional es la capacidad de atender a nuestras propias emociones, comprenderlas, darles un sentido, regularlas... Si consigo manejarlas, tendré muchas menos probabilidades de buscar reguladores externos.
-¿La inteligencia emocional pude cultivarse?
-Es una inteligencia como otra cualquiera, ya sea verbal o matemática, que puede desarrollarse. Actualmente no se educa a los niños para trabajar sobre sus propias emociones. Se da por hecho que es algo que se aprende en casa y por eso se descuida en el sistema educativo. Nadie se plantea aprender inglés por ciencia infusa, pero con las emociones apenas existe una educación formal y reglada. Aprendes a gestionarlas como buenamente puedes. Sin embargo, hay datos que muestran que la gente que participa en este tipo de intervenciones es capaz de aumentar la habilidad emocional.
-¿Habla de una implantar una asignatura específica o unos contenidos transversales?
-La idea no es una asignatura suelta y encasillada, sino que todo el centro educativo participe del entrenamiento de las habilidades emocionales.
-¿Ese aprendizaje es hoy más necesario que nunca?
-Igual de importante. Vivimos en un mundo muy cambiante, en trabajos que requieren mucha relación con otras personas. Por eso es importante incidir.
-Ante la tentación de las drogas, ¿cómo incide la inteligencia emocional?
-Te proporciona claridad y estrategia. Permite adoptar diversas pautas para manejar los estados emocionales y no llegar al consumo. A los jóvenes les ayuda a manejar de forma más eficaz la presión que sufren y a gestionar el sentimiento de soledad que les surge si se niegan a consumir. Te ayuda a no formar parte de un grupo porque sí. Ayuda a clarificar lo que se siente y por qué, y dota de estrategias emocionales para reevaluar la situación y darle un sentido útil. Todas las emociones, agradables o desagradables, son útiles, son parte de nuestro mapa personal, y no debo apagarlas. Se trata de manejarlas, no de suprimirlas. Lo decisivo es saber gestionar la frustración. El recurso a las drogas o al alcohol te da una solución a corto plazo, pero la estrategia de regulación te ayuda a ver más a largo plazo. En todo caso, no existe un recetario de estrategias de regulación emocional. Depende mucho del contexto.