Siempre que llega el otoño, se presenta un incremento en las consultas sobre depresión que, en muchos casos aparecen como consecuencia del miedo de ciertos pacientes que se encuentran en fase de curación de dicho trastorno del estado de ánimo, a recaer, en otros casos por personas que simplemente están pasando por un bache anímico y han oído que en otoño se agravan los síntomas y en otros por personas que presentan lo que llamamos un trastorno afectivo estacional (TAE).

Dicho trastorno se relaciona con la falta de exposición a la luz durante los meses de otoño e invierno. Aparecen alteraciones del humor propias de la depresión, como tristeza, ansiedad, astenia, e irritabilidad, principalmente. Pero además, podemos encontrar en estos pacientes un predominio de síntomas vegetativos, como un exceso de sueño durante el día (en el 97% de los casos), aumento del apetito y aumento de peso, (a diferencia de otros tipos de depresión en la que el paciente tiende a comer menos y como consecuencia a una pérdida de peso), cansancio físico y una alta sensibilidad al rechazo interpersonal

Es importante destacar que el aumento de peso surge por un apetito preferencial por los hidratos de carbono. Esto último, se da fundamentalmente en la segunda mitad del día (tarde-noche), seleccionando aquellos alimentos con mayor concentración de azúcares y almidón. Esta preferencia se relaciona probablemente con la capacidad de los hidratos de carbono de liberar insulina y mejorar, indirectamente, la transmisión serotoninérgica.

En la mayoría de los casos aparecen dificultades en el trabajo, problemas interpersonales y aislamiento social. Algunos investigadores han planteado que, en ocasiones llegando la primavera, una vez que remite la depresión invernal, se exacerban algunos síntomas, como el humor depresivo, disminuyendo en cierta medida la hipersomnia y la astenia.

A pesar de que las bases biológicas del TAE son complejas, existe consenso en cuanto a centrar su origen en la falta de exposición a la luz, lo que provoca una interacción entre factores genéticos, neurotransmisores, sistema endocrino y sistema inmune. A diferencia de otros tipos de depresión, se ha planteado que los trastornos estacionales no son causados por factores psicológicos o sociales, aunque estas tensiones podrían agravarlo.