Elena Torrecilla tiene las cosas claras. La joven diseñadora gijonesa se proclamó el pasado domingo por la noche ganadora del certamen de Jóvenes Diseñadores de Asturias, que organiza anualmente la Asociación de Diseño y Moda de Asturias (Adymo), en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. Y lo hizo gracias a una colección nada convencional y muy propia de las nuevas corrientes que dominan la moda internacional. Unos diseños que hablan de ella, de su historia. De esa niña que llegó a Gijón en adopción desde Rusia a los 7 años; que se marchó a Barcelona con 18 para convertirse en diseñadora; que regresó a casa para reconciliarse consigo misma y que, tras conseguirlo, trabaja duramente para ahorrar y marcharse en enero a Londres y hacer realidad su sueño de crear su propia firma.

Elena es un claro reflejo de "Distorsión", el nombre con el que ha bautizado su primera colección. Fue su proyecto de fin de carrera en la Escuela de Diseño, Innovación y Tecnología de Asturias (ESNE), donde terminó este año sus estudios de moda, el que se ha convertido en su pasaporte al certamen nacional de jóvenes diseñadores, al que acudirá representando a Asturias.

"Distorsión" son piezas desestructuradas, llenas de asimetrías, referencias geométricas, dualidades y con una paleta de color básica. "Mi padre es arquitecto y yo venía a su estudio a hacer los deberes. Observaba su forma de trabajar y leía revistas que tenía por aquí. Supongo que se me quedó en la mente y por eso, al pensar en crear una colección, me vino a la mente la arquitectura", cuenta. Pero, a pesar de su juventud e inexperiencia, Torrecilla escogió el camino más complejo. "Me centré en la arquitectura deconstructivista, la que pretende manipular y distorsionar la arquitectura tradicional con fragmentaciones, formas impredecibles y un desorden controlado".

Comenzó a observar edificios y más edificios, y todos le llevaban al blanco y al gris. "Por eso opté por esos dos colores para toda la colección. Al ser tan caótica, tener un orden en la tonalidad le aporta equilibrio". Centró su investigación en la deconstrucción de los tejidos, para darles un aspecto original y crear un volumen propio. "Utilicé polipiel en color plata para algunos vestidos y realicé cortes para darle más énfasis al juego de brillos y sombras". Hizo lo mismo con la sarga blanca, en la que consiguió este mismo juego gracias a los pliegues o a la incorporación de capas, como si fueran prendas superpuestas. Y con los tejidos vaqueros. "Los utilicé por el derecho y el revés para conseguir un gris claro y otro oscuro". Y con el popelín blanco de la camisería. Un riesgo controlado que ha dado como resultado piezas originales, algunas muy adaptables al mercado actual, y dirigidas a una mujer vanguardista y con personalidad. "Hay una parte que se identifica con mi estilo, pero yo soy muy cambiante. Un día voy de básicos de arriba a abajo y otro estampada de la cabeza a los pies".

Todavía está nerviosa por lo sucedido el domingo. "Escuché Elena y pensé que había otra entre las participantes. Luego dijeron mi apellido y me quedé bloqueada. Aún no me lo creo". Y ese nerviosismo aflora cuando tiene que enseñar o hablar de sus diseños o de su futuro. Puede que influya que han pasado pocas horas desde la gran noche. Son las 18:00 horas y acaba de llegar a su estudio tras concluir la larga jornada de trabajo en una cafetería. "Terminé los estudios en ESNE y me puse a trabajar para ahorrar e irme a Londres en enero. Quiero buscar oportunidades allí, es una buena ciudad para un diseñador. Y me gustaría seguir formándome en alguna escuela o en alguna universidad". Está dando pasos importantes para convertir su sueño infantil en una realidad. "De niña hacía trajes a las muñecas y miraba las revistas de moda pensando cómo lo haría o lo combinaría yo". Dicho y hecho.

Sus referentes en el diseño son esos nombres que la crítica ya ha bautizado como los innovadores o promotores de la nueva era de la moda. "Me gustan Viktor&Rolf, Yohji Yamamoto y Karl Lagerfeld, por supuesto". Ella, desde su humilde estudio de Gijón, hace sus pinitos para defender como ellos que la moda no es una simple bobada consumista: "Bien hecha, la moda es un arte".