Pasó los dos últimos años de internado contando los días que le faltaban para poder volver a casa, tenía claro que lo que quería era trabajar en el campo, dedicarse al negocio familiar. Desde ella veía el valle entero, y cada día al mirar por la ventana tenia controlado todo, a un lado tierras de cultivo, ahí había varias hectáreas de cepas para vino, -un vino tinto exquisito-; al otro tenía la bodega, en ella se pasaba la mayor parte del tiempo controlando el proceso para que todo saliera perfecto.

No muy lejos había un caserón que se pasaba cerrado la mayor parte del año, solo se abría en julio y agosto, cuando las dueñas -dos hermanas muy estiradas- iban a veranear. Se conocían de toda la vida. Es más, una de ellas en la adolescencia habían tenido un breve romance con el joven viticultor, de esos de verano, pero pasó a la historia cuando un poco presionada por su padre, ella se fue a estudiar fuera. Cuando se volvieron a ver a él le pareció que tan solo había pasado una semana, cuando en realidad eran casi veinte años.

No me pregunten cómo pero solo les diré que aquel chico hoy vive en el centro de Madrid. Él, que tenía tan claro que lo suyo era el campo, ahora al mirar por la ventana en vez del valle repleto de vides lo que ve es una gran avenida llena de plátanos de paseo. Son las cosas que tiene el amor. Quien se lo iba a decir.

A estos árboles que llenan nuestras calles, parques y jardines, en el mundo de la botánica se les conoce con el nombre de Platanus hispánica, es un hibrido entre el Platanus orientalis y el Platanus occidentalis. Estamos más acostumbrados a llamarlo plátano de sombra o paseo, claro que con el uso que tiene el nombre le va que ni pintado, muy raro tiene que ser para que en cualquier ciudad no se encuentren ejemplares en calles o parques. N es de extrañar. El rápido crecimiento hace que sea indispensable en cualquier lugar que busque tener una buena sombra en poco tiempo.

El suelo no es importante para el plátano, se adapta a todo, no es nada exigente y llega a crecer en lugares muy hostiles. Con tal de que no encharque es suficiente. El clima le es indiferente, no importa, si está expuesto al sol, o en una zona sombría, da igual, ahí sigue estupendo creciendo sin parar hasta llegar a alcanzar los cuarenta metros. Eso sí le dejan, porque en pocos lugares se ven plátanos de ese calibre, una pena la verdad.

Hay ciudades -la mía, León, es un claro ejemplo de ello- en las que los dejan pelados, lo que se conoce como desmoche. Durante semanas no son más que un tronco con cuatro brazos, una barbarie, sin ramas, desnudos, tienen más bien el aspecto de formar parte del atrezo de una película de Tim Burton, y no de un bonito paseo de una ciudad.

Me deprime bastante que se tengan que podar, aunque lo entiendo. Pero debería hacerse con un poco más de profesionalidad. Por dejar un poco de copa, o alguna rama no va a pasar nada. Ni las raíces destruirán el asfalto ni las hojas impedirán la visión a todo aquel vecino indiscreto.

También es común verlos formando verdaderas bóvedas verdes, las ramas se van entrelazando hasta que forman arcos. Preferiblemente se debe podar a principios de otoño, si no fuera así, hay que tapar los cortes con pasta cicatrizante. Sus hojas caducas al comenzar a perder verdor hacen presagiar que el frio está cerca, pero con la caída de la hoja este árbol no pierde la gracia, los frutos quedan hasta la primavera siguiente y el tronco tiene una corteza bastante peculiar, que se desprende en escamas de tonos grisáceos, y en esa corteza reside la magia del plátano.

Tiene muchas propiedades medicinales, pero no es muy común su uso, a pesar de que puede solucionar problemas en el sistema respiratorio, catarros por ejemplo o afecciones pulmonares, hemorragias, siendo también diurética y laxante.

Son un ejemplo de supervivencia; estos árboles no solo tienen que aguantar los desmoches, los alcorques metálicos que en algunos casos llegan a oprimir el tronco, sino que por su ubicación se ven condenados a soportar la contaminación y polución de las ciudades.

Por si esto fuera poco hay plagas y enfermedades a las que son muy sensibles, una de ellas es el "tigre del plátano" estos insectos invaden el envés de las hojas, si observamos uno de ellos con lupa nos llamara la atención las alas que tienen, parecen de encaje, y se identifican fácilmente, las hojas pierden brillo y adquieren un color amarillento. De los hongos no se libra tan fácilmente, es muy sensible al oídio, se puede tratar con azufre o un macerado de cola de caballo, con esto pondremos fin al polvillo blanco que en los últimos años está dando tanto problema.

No sé si conocen el procedimiento para conseguir uno, es muy sencillo, bien mediante un pequeño semillero, o por esqueje. Si hacemos un semillero, debemos de hacerlo en otoño, así que ahora es muy buena época, un par de días o menos con la semilla en agua serán suficientes para garantizar la germinación, mantendremos húmedo el sustrato, y a una temperatura baja hasta que en unas semanas veremos los primeros resultados del experimento, dejaremos pasar un tiempo hasta que la plántula tenga más vigor y ya estará lista para trasplantar.

Si por el contrario prefieren otro método más rápido, a través de estaquilla la cosa de aligera bastante, durante el invierno, podremos cortar las ramas necesarias, han de ser de ese mismo año -nos valdría con una rama sobrante de la poda y de una medida de unos quince o veinte centímetros-, los colocaremos en una mezcla de arena y turba, mantendremos ligeramente húmedo el sustrato y en pocas semanas estará listo. Suele ser muy fácil de hacer y merece la pena porque las probabilidades de éxito son muy altas.A pesar de las infinitas adversidades este buen amigo que nos hace la ciudad mejor sigue en pie y creciendo sin parar.